domingo, 4 de noviembre de 2012

Los altibajos del Maquinaria Fest


Félix Morriña
Durante tres días la Arena Ciudad de México albergó un festival lleno de potencia, estilo, propuestas sonoras, experiencia y calidad en un espacio de primer mundo en el que sólo faltó más asistencia de parte del respetable. Muchos se preguntaban el motivo por el cuál el foro ubicado al norte de la capital del país no estaba a reventar si los carteles por día estaban a la altura de las espectativas del más exigente de los amantes del metal y sus derivados, y la única respuesta concreta fue que se debió al puente de Día de Muertos y todo mundo decidió irse de una de las urbes más grande del orbe para despejarse o invertir en otras cosas de mayor relevancia.
            Otros señalaban que el costo de los boletos fue muy alto y que la “banda” no tiene el dinero suficiente para comprar un paquete de tres días en una época de crisis económica en México. Incluso la inversión por día para el metalero con escasos recursos superaba los 600 pesos, sin incluir viáticos y compra de souvenirs. Las cervezas dentro de la Arena Ciudad de México cuestan 90 pesos el vaso con dos cheves chicas (no te vendenuna sola). Si estás desde las cinco de la tarde hasta la media noche por día, los números se multiplican al grado de hacerte pensar en asistir a este festival que tiene gran relevancia en Argentina y que por vez primera se lleva a cabo en nuestro país.
Había boletaje de mil pesos para estar a nivel de cancha, con lo cual los gastos aumentaban al grado de gastar de más cuando no se tienen los suficientes recursos, por eso la raza exigía a más no poder a cada una de las agrupaciones que subían al templete para que desquitaran el gasto. De las bandas mexicanas programadas para el Maquinaria Fest, sólo Resorte hizo un papel decoroso, incluso llegó a tener mejor audio que otras bandas, debido a que su ingeniero de sonido se las ingenió para que se escuchara al nivel de cualquiera de los ahí presentes. Lástima que pocos los vieron porque a las seis de la tarde del jueves 1 de noviembre, el público estaba llegando poco a poco. De hecho, yo no vi a los tapatíos de Descartes a Kant, quienes hicieron lo suyo, según los presentes consultados, pero nadie supo decir nada más.
En ese primer día del festival predominantemente metalero, Slayer se llevó la noche, no sólo porque era el estelar, sino porque el guitarrista Jeff Hanneman, el seis cuerdas Kerry King, el bataco Dave Lombardo y el bajista y cantante Tom Araya se adueñaron de la situación y entregaron lo mejor de sí. Slayer provocó uno de los más enérgicos slam que se hayan visto en alguna de sus pasadas presentaciones en México. Ni cuando tocó parte del contenido de su disco “World Painted Blood” (2009) en el Palacio de los Deportes logró tanta aceptación de sus seguidores.
El sonido de Slayer dejó bocabiertos a los grupos que le antecedieron, en este caso Mastodon, que cumplió e hizo lucir a cada uno de sus integrantes sobre el escenario, pero no enloqueció al público; mientras que los hermanos Cavalera, Max e Igor, con su banda brasileña Cavalera Conspiracy intentaron por todos los caminos posibles convencer a la audiencia, lográndolo a medias, porque el audio no los ayudó mucho. Es más, cuando uno de los hijos adptivos del vocalista y guitarrista Max Cavalera subió a cantar una rola, nunca lo escuchamos y parecía que estaba haciendo pantomima. Sólo por el respeto que le tiene la banda a las agrupaciones antecesoras de Max (principalmente Sepultura y después con Soulfly y Gojira) no lo abuchearon, pero dejó a medias a todos.
Para el segundo día, el viernes 2 de noviembre, sólo los seguidores de Stone Sour se divirtieron con lo que hicieron estos cuatro músicos oriundos de la Unión Americana con su hard rock y una que otra balada pegajosa y estruendosa, pero nada más. La banda mexicana Apolo, yo no la vi y tampoco nadie supo decir nada. Lo mejor, y a lo que todos los ahí presentes íbamos a ver, era al cantante Chino Moreno y compañía, que conforman una de las bandas que mayor proyección desde finales de los años 80 y todo los 90 en Estados Unidos y allende sus fronteras, por su gran calidad musical. Estamos hablando de Deftones, quienes se adueñaron de la noche sin más.
Hubo gente que a la mitad del concierto de Deftones llegaron a decir que el estelar de esa noche, Marilyn Manson, no les llenaría el ojo, porque lo mostrado por los formados en Sacramento, California, era prácticamente insuperable en ese momento. El sonido fue perfecto, la reacción del público totalmente sometida por las palabra de Chino Moreno, quien sabedor de la situación, no dejó pasar momento alguno para complacer a la rabiosa audiencia. El slam se hizo, pero lo mejor fue que todos coreaban sus rolas. Una de las fieles morenas seguidoras de Deftones, se quitó en varios momentos su playera para mostrarle a Moreno sus apetecibles senos. Nadie hizo aspavientos por ello, salvo la gente de seguridad, que la llegó a acosar para que no lo volviera hacer, pero no le importó llevándose las palmas de un público generoso.
Cuando tocó turno a Marilyn Manson, llegó la teatralidad acompañada de la música ad hoc para un Día de Muertos, pero lo dicho, sólo los fans dirían todo lo contrario, que se adueñó del entarimado, pero la verdad es que a muchos ya no nos interesó demasiado la propuesta de Manson, pese que a este servidor le gustó su nuevo disco titulado “Born Villain” (2012). Deftones se la hizo a Manson, indiscutiblemente. Pese a ello, las rolas escogidas para el cierre del segundo día del Maquinaria Fest por parte de Marilyn Manson y compañía, fueron las idóneas, pero como ya ha sucedido en otras ocasiones, sólo gustó el buen teatro del cantante y escritor estadounidense.
Este interlocutor, con las energías gastadas y el bolsillo también, no aguantó el ritmo para asistir al tercer día, el sábado 3 de noviembre, cuya cartelera sólo le llamaba la atención los maestros de The Prodigy. No tenía las ganas de ver a Simplifires e YKV, pero sí a Gogol Bordello y a los loquiitos ingleses de The Prodigy, pero el desgaste físico, la gripe, la crisis económica y el traslado de Toluca a Ferrería, donde está ubicada la Arena Ciudad de México, no dio más para ver al trío compuesto por Liam Howlett (compositor y tecladista), Keith Flint  (vocalista y bailarín) y Maxim (MC/vocalista). Una vez más, me perdí verles, pero ya habrá más oportunidades. Nada está perdido.
Por otro lado, consultando la programación del Maquinaria Fest para Guadalajara, me doy cuenta que fue para dos días (3 y 4 de noviembre), con una cartelera simplificada y con una derivación grupal, incluyeron a Calle 13. Para muchos, meter a lo mejor de los tres días en dos en el DF, hubiera sido mucho más productivo, pero sólo los organizadores saben cómo estuvo ese tema. Tal vez dos días hubieran sido suficientes, en especial para este “servibar y amigo”. Estamos en contacto.

Twitter: @fmorrina

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