Félix Morriña
Durante
tres días la Arena Ciudad de México albergó un festival lleno de potencia,
estilo, propuestas sonoras, experiencia y calidad en un espacio de primer mundo
en el que sólo faltó más asistencia de parte del respetable. Muchos se
preguntaban el motivo por el cuál el foro ubicado al norte de la capital del
país no estaba a reventar si los carteles por día estaban a la altura de las
espectativas del más exigente de los amantes del metal y sus derivados, y la
única respuesta concreta fue que se debió al puente de Día de Muertos y todo
mundo decidió irse de una de las urbes más grande del orbe para despejarse o
invertir en otras cosas de mayor relevancia.
Otros señalaban que el costo de los
boletos fue muy alto y que la “banda” no tiene el dinero suficiente para
comprar un paquete de tres días en una época de crisis económica en México. Incluso
la inversión por día para el metalero con escasos recursos superaba los 600
pesos, sin incluir viáticos y compra de souvenirs. Las cervezas dentro de la
Arena Ciudad de México cuestan 90 pesos el vaso con dos cheves chicas (no te
vendenuna sola). Si estás desde las cinco de la tarde hasta la media noche por
día, los números se multiplican al grado de hacerte pensar en asistir a este
festival que tiene gran relevancia en Argentina y que por vez primera se lleva
a cabo en nuestro país.
Había
boletaje de mil pesos para estar a nivel de cancha, con lo cual los gastos
aumentaban al grado de gastar de más cuando no se tienen los suficientes
recursos, por eso la raza exigía a más no poder a cada una de las agrupaciones
que subían al templete para que desquitaran el gasto. De las bandas mexicanas
programadas para el Maquinaria Fest, sólo Resorte hizo un papel decoroso,
incluso llegó a tener mejor audio que otras bandas, debido a que su ingeniero
de sonido se las ingenió para que se escuchara al nivel de cualquiera de los
ahí presentes. Lástima que pocos los vieron porque a las seis de la tarde del
jueves 1 de noviembre, el público estaba llegando poco a poco. De hecho, yo no
vi a los tapatíos de Descartes a Kant, quienes hicieron lo suyo, según los
presentes consultados, pero nadie supo decir nada más.
En
ese primer día del festival predominantemente metalero, Slayer se llevó la
noche, no sólo porque era el estelar, sino porque el guitarrista Jeff Hanneman,
el seis cuerdas Kerry King, el bataco Dave Lombardo y el bajista y cantante Tom
Araya se adueñaron de la situación y entregaron lo mejor de sí. Slayer provocó uno
de los más enérgicos slam que se hayan visto en alguna de sus pasadas
presentaciones en México. Ni cuando tocó parte del contenido de su disco “World
Painted Blood” (2009) en el Palacio de los Deportes logró tanta aceptación de
sus seguidores.
El
sonido de Slayer dejó bocabiertos a los grupos que le antecedieron, en este
caso Mastodon, que cumplió e hizo lucir a cada uno de sus integrantes sobre el
escenario, pero no enloqueció al público; mientras que los hermanos Cavalera,
Max e Igor, con su banda brasileña Cavalera Conspiracy intentaron por todos los
caminos posibles convencer a la audiencia, lográndolo a medias, porque el audio
no los ayudó mucho. Es más, cuando uno de los hijos adptivos del vocalista y
guitarrista Max Cavalera subió a cantar una rola, nunca lo escuchamos y parecía
que estaba haciendo pantomima. Sólo por el respeto que le tiene la banda a las agrupaciones
antecesoras de Max (principalmente Sepultura y después con Soulfly y Gojira) no
lo abuchearon, pero dejó a medias a todos.
Para
el segundo día, el viernes 2 de noviembre, sólo los seguidores de Stone Sour se
divirtieron con lo que hicieron estos cuatro músicos oriundos de la Unión
Americana con su hard rock y una que otra balada pegajosa y estruendosa, pero
nada más. La banda mexicana Apolo, yo no la vi y tampoco nadie supo decir nada.
Lo mejor, y a lo que todos los ahí presentes íbamos a ver, era al cantante
Chino Moreno y compañía, que conforman una de las bandas que mayor proyección desde
finales de los años 80 y todo los 90 en Estados Unidos y allende sus fronteras,
por su gran calidad musical. Estamos hablando de Deftones, quienes se adueñaron
de la noche sin más.
Hubo
gente que a la mitad del concierto de Deftones llegaron a decir que el estelar
de esa noche, Marilyn Manson, no les llenaría el ojo, porque lo mostrado por
los formados en Sacramento, California, era prácticamente insuperable en ese
momento. El sonido fue perfecto, la reacción del público totalmente sometida
por las palabra de Chino Moreno, quien sabedor de la situación, no dejó pasar
momento alguno para complacer a la rabiosa audiencia. El slam se hizo, pero lo
mejor fue que todos coreaban sus rolas. Una de las fieles morenas seguidoras de
Deftones, se quitó en varios momentos su playera para mostrarle a Moreno sus
apetecibles senos. Nadie hizo aspavientos por ello, salvo la gente de
seguridad, que la llegó a acosar para que no lo volviera hacer, pero no le
importó llevándose las palmas de un público generoso.
Cuando
tocó turno a Marilyn Manson, llegó la teatralidad acompañada de la música ad
hoc para un Día de Muertos, pero lo dicho, sólo los fans dirían todo lo
contrario, que se adueñó del entarimado, pero la verdad es que a muchos ya no
nos interesó demasiado la propuesta de Manson, pese que a este servidor le
gustó su nuevo disco titulado “Born Villain” (2012). Deftones se la hizo a
Manson, indiscutiblemente. Pese a ello, las rolas escogidas para el cierre del
segundo día del Maquinaria Fest por parte de Marilyn Manson y compañía, fueron
las idóneas, pero como ya ha sucedido en otras ocasiones, sólo gustó el buen
teatro del cantante y escritor estadounidense.
Este
interlocutor, con las energías gastadas y el bolsillo también, no aguantó el
ritmo para asistir al tercer día, el sábado 3 de noviembre, cuya cartelera sólo
le llamaba la atención los maestros de The Prodigy. No tenía las ganas de ver a
Simplifires e YKV, pero sí a Gogol Bordello y a los loquiitos ingleses de The
Prodigy, pero el desgaste físico, la gripe, la crisis económica y el traslado
de Toluca a Ferrería, donde está ubicada la Arena Ciudad de México, no dio más para
ver al trío compuesto por Liam Howlett (compositor y tecladista), Keith Flint (vocalista y bailarín) y Maxim (MC/vocalista).
Una vez más, me perdí verles, pero ya habrá más oportunidades. Nada está
perdido.
Por
otro lado, consultando la programación del Maquinaria Fest para Guadalajara, me
doy cuenta que fue para dos días (3 y 4 de noviembre), con una cartelera
simplificada y con una derivación grupal, incluyeron a Calle 13. Para muchos,
meter a lo mejor de los tres días en dos en el DF, hubiera sido mucho más
productivo, pero sólo los organizadores saben cómo estuvo ese tema. Tal vez dos
días hubieran sido suficientes, en especial para este “servibar y amigo”.
Estamos en contacto.
Twitter:
@fmorrina
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