jueves, 15 de agosto de 2013

No se debe musicalizar una película mexicana a la “gringa”: Armando Rosas


Félix Morriña

Sólo iba a saludar a mi entrañable amigo, el cantautor rupestre Armando Rosas, a la Casa de las Diligencia de Toluca, la mañana del pasado miércoles, pero su ponencia sobre “La profesionalización de la música en el cine” me atrapó por completo Yaya, al grado de quedarme hasta al final de esta mesa de trabajo, en la que también participó el compositor Eduardo Lan Maya, conocido en la capital mexiquense por haber creado la pieza de cámara “Toluca 200 años”, para el Bicentenario de Toluca. El tema de la mesa de trabajo académica de la segunda edición del Festival Internacional de Cine del Centro Histórico de Toluca (FICCHT), sentí que le faltó tiempo para desarrollarlo mejor, pero se delimitaron algunas líneas para ser investigadas con mayor tiempo y precisión.
            Tras los habituales saludos en los que por supuesto recibiste tu mención aparte amada Yaya, los organizadores y compositores me persuadieron a que les acompañara a las instalaciones del Instituto Nacional de Estudios Legislativos (INESLE), donde se desarrollaría la mesa de discusión “La profesionalización del actor en el cine” con la presencia de la actriz Keyla Wood; el cinefotógrafo Paulino Sánchez Hernández; el artista plástico Braulio Hernández Arvizu; la actriz Gloria Alpha Cisne Castro Jurado; el cineasta Iván Lowenberg y por supuesto los dos compositores antes mecionados.
            Ya estando ahí Yaya, me persuadieron nuevamente a que fuera el moderador de dicha mesa de trabajo, presentándome de manera improvisada, sin los curriculums de cada uno bien delimitados y en orden, con lo cual se confirma la mala organización de este festival que pretende ser uno de los mejores en el país. Me han dado a conocer todo tipo de pretextos, pero lo cierto es que están haciendo mucho con casi nada y así no se puede trascender. Pese a eso, yo me propuse a ayudar, a proponer, a intervenir, a salvar la tarde del miércoles en esa mesa de trabajo en la que personal del ayuntamiento de Toluca, con todo y sus regidores, organizadores, diputados, asistentes de legisladores, burócratas, interesados en el séptimo arte, músicos del Conservatorio de Toluca, estudiantes de arte, estudiantes en general, brillaron por su ausencia. ¡Hasta tú no estuviste! Pero ese es otro cantar.
            Hubo muchas cosas que se rescataron, entre ellas, las conclusiones a las que llegó durante su intervención (si notificar) del director del FICCHT, el cineasta y productor Maurcio D’ Aguinaco, pero sobre todo la ponencia del cantautor Armando Rosas, quien recordó un pasaje cuando escribía la música para la película “El violín” (2006) de Francisco Vargas, que para tu conocimiento querida Yaya tuve la oportunidad de hospedar en mi antigua casa de Metepec durante la promoción de tan brillante película, ganadora de múltiples premios.
            “Mientras yo escribía la música de la película ‘El violín’, por boca del director Francisco Vargas, me enteré que diversas empresas discográficas y editoras, de música en más de una ocasión se habían acercado a Francisco para insistir sobre la conveniencia de incluir en su película temas editados por sus empresas. Para mi fortuna y la de la película, Francisco se mantuvo firme y decidió conservar el diseño sonoro original de la película, que no está de más recordar, es la segunda película más premiada de toda la historia del cine nacional. Se sabe que la primera es ‘Amores perros’ de González Iñarritu, quien quizá se cedió al incorporar la rola ‘Lucha de gigantes’”, enfatizó nuestro amigo compositor de entre otras bandas sonoras del documental de Agustín Yáñez, “Al filo del tiempo”, por la que ganó la Pantalla de Cristal por Mejor Música Original.
            Yaya, por si no sabías, nuestro amigo Armando Rosas inventó el “rhytm and pango” (huapango con blues) y recordó que “podrán suponer las ofertas de las empresas ‘transanacionales’ eran tentadoras, sobre todo considerando que ‘El violín’ fue una película realizada con reducido presupuesto, con un número limitado de copias para su proyección en salas y con horarios poco accesibles. Del presupuesto para su promoción, pues ya ni hablar. Ya ustedes se deben imaginar que bajo estas condiciones no resulta difícil caer en la tentación y dar su bracito a torcer. Hay que agregar que para entonces ‘El violín’, ya había recibido premios en el Festival Internacional de Cannes de 2005 y Don ángel (el viejo violinista en la película), había recibido un premio por su actuación en el Festival de Cannes de 2006. A esto hay que agregar que la película llevaba seis meses de manera interrumpida en cartelera, tan sólo en Francia. No obstante la historia que le precedía, la exhibición de ‘El violín’ era más que complicada”.
            “Un tiempo después (no recuerdo la fecha), fui invitado a un prestigiado hotel para asistir a una conferencia del director Emir Kusturica y en virtud de la gran afición del director por esta disciplina, el coloquio versó de manera especial, alrededor de la situación de la actual música en el cine y en ella se expusieron anécdotas tan, para decir lo menos, escandalosas, con la intención de imponer la música de una banda de rock de moda en una película. Ya para finalizar, y para no abusar del anecdotario, vale la pena recordar que posterior a la Época de Oro del Cine Mexicano, y como era de esperarse, la música para cine acompañó en su declive a la industria cinematográfica y es apenas ahora que se vislumbra compromiso por este oficio”, expresó el otrora líder de la Camerata Rupestre.
            Para el creador de los discos “Tocata, fuga y apañón” (1987), “La evolución de las especies” (1989) y “Habrá tiempo” (1994), entre otros de igual relevancia, en este llamado tantas veces “Nuevo Cine Mexicano”, no bastará con el esfuerzo individual de uno o dos compositores para recuperar la tradición de su buena música y canciones. En esta nueva etapa resulta urgente involucrar a las instituciones artísticas, primero para catalogar y sistematizar todo el acervo sonoro del cine mexicano con la finalidad de que cualquier compositor mexicano interesado en este aspecto de la creación pueda acceder a grabaciones y partituras. Por otra parte, es necesario y urgente crear una especialidad (maestría, diplomado, etc), en los conservatorios para todo aquel estudiante de composición con interés en desarrollarse en ese campo.
            “Como ya lo mencioné anteriormente en México, los compositores de música para cine tienen que formarse a sí mismos. Los más afortunados, y cuentan con recursos, salen a estudiar una especialidad a California (la cual es carísima) o a Amsterdam. Pero en mi personal punto de vista, esto tiene una desventaja, es que aprenden a musicalizar a la ‘gringa’, desaprovechando con ello la experiencia de años acumulada de los ‘héroes que nos dieron sonido’ y perdiendo una posible identidad sonora nacional. Esto último: la existencia o no de ella, creo podría ser parte de otra conferencia”, concluyó el egresado de la Escuela Superior de Música (INBA) y compositor de la banda sonora “La mitad del mundo” del director Jaime Ruiz Ibáñez.
            Como te darás cuenta Yaya, de una visita de doctor se convirtió en una participación que terminó siendo grabada para que la supervise la actriz Blanca Guerra, actual líder de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas. Será un honor darle el contexto de lo que ha sucedido hasta ahora en la segunda edición del FICCHT cuando le vea próximamente. ¡Hasta pronto!

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martes, 13 de agosto de 2013

Llega Tango VIP a la Sala Felipe Villanueva con los “Grandes varones del tango”


Félix Morriña

Dícese Yaya que son muy orgánicos, porque la voz, la guitarra, el bandoneón, el violín, el contrabajo y el piano se funden para mantener la sonoridad clásica del tango con las nuevas tendencias musicales acordes con los tiempos que pasan. Hay quienes los han tildado de ser buenos músicos que fusionan el tango con el world beat y el dance music. Yo no los he visto en vivo, pero seguro nos arriesgaremos a escucharles la noche del próximo miércoles 28 de agosto en la Sala Felipe Villanueva, dentro del ciclo “Acércate un miércoles a la cultura” del Instituto Mexiquense de Cultura (IMC).
De raíces argentinas, los integrantes de Tango VIP, Javier Ortega y Ricky Raquejo, principalmente, presentarán ese miércoles el contenido de su disco “Grandes varones del tango”, que incluye los clásicos temas ‘El día que me quieras’, ‘Por una cabeza’, ‘Garganta con arena’ (con perdón de Tango VIP, me atrevo a enfatizar que la versión de Adriana Varela es insuperable); ‘Nostalgias’, ‘Libertango’ (en una versión “vanguardista”), el tema original ‘No hay vuelta atrás’ y ‘El choclo’, el cual viene acompañado de un videoclip, mismo tema que tu amada Yaya bailaste y recién subiste el video del 30 de diciembre del 2011, cuando te presentaste en la Casa de Cultura de Ciudad Neza al lado del bailarín y amigo Javier Fravier Meber.
El disco en cuestión, “Grandes varones del tango”, salió a la venta en junio del 2011, el mismo año que tú querida Yaya bailabas más seguido el ritmo que espero desarrollar pronto bajo tu mando. Durante su gira de presentación, Tango VIP estuvieron programados en el Festival Internacional Cervantino (FIC), con resultados regulares, según mis colegas de prensa que me dieron su opinión. Yo arriesgaré mi sentido auditivo contigo y tu asesoría como bailarina del género por excelencia en mi llamada segunda patria: Argentina.
Algo que me da vueltas la cabeza es que Javier Ortega sea parte de un grupo pop llamado Elefante, pero puedo dejarlo de lado si durante la velada del 28 de agosto me sorprende con el tango. Su pop no tiene nada que ver con este proyecto, tiene que ver más con llenar otras expectativas y el estómago, pagar las rentas para poder desarrollar otras artes. Por su parte, que es todo lo contrario y da la impresión de ser el cerebro, Ricky Requejo es un reconocido productor musical que ha trabajado al lado de The Stupids, Paul Van Dyk, Da Punto Beat, el proyecto Beatles Chill Out, entre otros que llaman mucho más la atención. Ambos tienen más de una década de vivir en nuestro país.
            El vocalista Javier Ortega dijo cuando salió el disco “Grandes varones del tango” que busca mantener la forma clásica del tango, cuidando de los arreglos, los detalles de la forma en la que se ha cantado este excelso género, pero con un distintivo contemporáneo. Me llama la atención que el disco haya sido nominado como el Mejor Disco de Tango para los Latin Grammy del 2012, luego entonces Yaya debe tener algo más que ofrecer. De hecho, sin decirme directamente sobre ellos, te he escuchado decir que los bailarines son buenos, pero no te he escuchado hablar de la música. Lo que he oído en YouTube no me ha sorprendido aún, pero me reservo hasta el día de su presentación.
            Después de tener la oportunidad de ver en distintos momentos y en diferentes sitios a Bajofondo, Gotan Project, Tanghetto y la genial Adriana Varela, a ella en especial en el Festival de las Almas en Valle de Bravo hace una década, espero ser sorprendido, ser seducido, (re) conquistado por estos músicos en esta posibilidad sonora.
            Yaya, si en este momento de tanta angustia, desolación, desesperación, remordimiento, abandono y nostalgia por el verdadero amor, aparece el tango, su invitación debemos atender. Vayamos Yaya a mover los sentimientos para ser mejores. Vayamos al tango, vayamos el próximo miércoles 28 de agosto a la Sala Felipe Villanueva  a las 19 horas. Los boletos están disponibles con la cooperación de 30 pesos. Es una excelente oportunidad para los amantes del tango.

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miércoles, 7 de agosto de 2013

“La Flor de Yaya”, onírico e iconoclasta perfomance con Des Enfoque

Félix Morriña

Antes de conocerte físicamente yacías plácidamente cómoda bajo la lente de artistas nacidos o radicados en Toluca pertenecientes al Grupo Des Enfoque, en específico de los experimentados ojos de Juvencio Larrañaga, Diógenes Domínguez o mi gran camarada y amigo Guillermo Romero Zarazúa, entre otros, que sabían buscarte el ángulo exacto de sus deseos, sus intuiciones artísticas o motivaciones erotómanas, de la experimentación fotográfica y la toma fija, mientras tu figura se liberaba de los tabúes, se dejaba llevar por los sonidos del obturador, del disparador, del flash, pero sobre todo de las voces,  cuchicheos, susurros que sin duda motivaban la libido de la sala, oficina, estudio, espacio natural o inventado sui generis lugar. En eso radica también la belleza cuando es llevada por artistas de la lente.
Esa libido expresada en las imágenes ha sido transportada en cada exposición para ser recreada, para ser expuesta, exhibida, proyectada en cada mentalidad, en cada cabeza de individuos que las observaban, las ven y si saben que estás presente, aumenta más, como pasó con este interlocutor y que constató con los desconocidos que acompañaron los recorridos, las cantinas y demás zonas donde tu diminuto ser se dejaba apreciar, querer, desear, admirar, seducir, poseer, pero sin tocarte de manera física.
A veces la transgresión artística no logra la posesión corpórea, pero cuando alguien lo concreta no hay manera de no convertirlo en absoluta obsesión. A veces la seducción y conquista se da a la inversa a través de la literatura, del periodismo o de otras manifestaciones artísticas, como el  performance (individual, selectivo o colectivo) que permiten que “Ese oscuro objeto del deseo” le pertenezca, en tiempo y espacio, a alguien de manera completa. Eso sería la concreción y praxis de la belleza vuelta arte y viceversa.
Más allá de los términos conceptuales y filosóficos sobre la trascendencia e importancia de la fotografía; más allá de las verdades o mentiras sobre las mismas; más allá de lo que representan, lo que significan, lo que manifiestan o dicen y recuerdan; más allá de la historia detrás de cada una de ellas, su misterio, sus secretos y todo lo que ocultan, esconden, engañan; tus poses, tus expresiones, tus sensaciones, tus vivencias, tus estados de ánimo, tus revelaciones, tus verdades, tus cambios hormonales y fisiológicos a lo largo de un lustro de intensos trabajos fotográficos, con distintas técnicas en las que te han fotografiado y dado a conocer el Grupo Des Enfoque, lo más importante es el atrevimiento tuyo de mostrarle al mundo lo que se es sin miedo, sin temores, sin prejuicios con una actitud aptitud envidiable.
Tus desnudos son una amenaza a la moral local mexiquense, e inclusive mexicana, y un triunfo al arte, a la libertad creativa y fisiológica, por no ser la modelo esculpida a base de sacrificios sobrehumanos, sino más bien naturales; por no ser la tradicional, imponente e impuesta figura de la modelo anglosajona o la mítica figura nacional recreada por los medios masivos de comunicación, especialmente del duopolio. Tus desnudos me han enseñado ver tu ser de otra forma, más allá de la plástica, porque es un arma tan poderosa contra la ignorancia y contra las propias acosadoras entidades coexistentes dentro mío, que luego atormentan, cual fantasmas del pasado. Hay un nuevo comienzo desde esas tomas fotográficas, desde la empíricas mías con ojo cartesiano, tras el anunciado parteaguas de nueve meses de iniciación, como (re) nacimiento tuyo y mío.
Este tipo de arte, de expresión llana y directa de alguien que se conoce a profundidad, día tras día, permiten el plausible esfuerzo tuyo por desenmascarar tus propios ángeles-demonios internos para concretar el equilibrio, el eterno equilibrio. Debo reconocerles los esfuerzos de mis amigos artistas de la lente que me permitieron conocer otras facetas tuyas, en otros momentos históricos, para que ahora con todo ese trabajo plástico fotográfico sea convertido en elegante performance, bajo el sugerente título de “La Flor de Yaya”. Será ese onírico e iconoclasta performance sustentado en las obras del Grupo Des Enfoque, con motivo de tu trigésimo sexto aniversario de tu natalicio.
La conexión con todas esas imágenes de parte mía, con todo y el performance iniciado en Coyoacán en la casa estudio de Monge, hace poco más de una semana, siempre van más allá de la expresión plástica, del divertimento sensual-sexual y de la búsqueda por una foto trascendental, porque van ligadas a la vida, a la mía en específico; a la conquista, al perpetuo imaginario colectivo de la posesión, pero sobre todo a la directa y proporcional conmigo, a la concreta idea de esas imágenes en movimiento, cual única película nuestra, como también del arte que genera la multiplicidad de nuestro deseo y del aferre a la existencia del otro, gracias al crecimiento mutuo, pese a los altibajos propios del arte creativo en movimiento de dos seres fortísimos y en constante confirmación.
Por ese motivo, el performance “La Flor de Yaya” será dado a conocer públicamente en su justo momento, mientras basta con este completo contexto homenaje a las fotografías de tres de los miembros del Grupo Des Enfoque, que me han motivado a crear más arte sobre las expresiones de artistas de la lente. ¡Felicidades Yaya!

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domingo, 4 de agosto de 2013

“El club del suicidio”, transgresor filme gore japonés sobre las muertes en masa


Félix Morriña

El tema del suicidio en cualquier momento de nuestras vidas es algo muy complicado que muchos dejan de lado, lo omiten por razones obvias y se convierte en tabú. Yaya, recién te comenté que ya no me gusta hablar de gente conocida que ha terminado con su vida. Hace mucho que el concepto dejó de ser parte importante en mis charlas de sobremesa. Ya no creo en el suicidio como forma de transgredir de manera sociocultural y como acto político que marque un antes y un después, aunque el añejo sentimiento de quienes lo han hecho sobreviene de vez en cuando, y a veces, me pregunto si los defraudé. La verdad es que no. Han pasado muchos años de aquellos pensamientos, de aquellas sensaciones de abandonar la faz de la tierra, porque he dado vida. El suicidio es cosa del pasado.
Después de tantos años de haber escuchado a músicos como el inglés Ian Curtis de Joy Division, de haber leído a  literatos como el japonés Yukio Mishima, que se quitaron la vida por razones y situaciones diversas, la fascinación por la muerte siempre estuvo presente en sus obras, en sus proyectos, en su forma de vida. ¡Qué contradictorio! Pero así es la existencia. La muerte siempre ha causado misterio y fascinación en todo ente creativo, por el simple hecho de que nadie sabe qué sucede detrás del umbral de este trayecto. La muerte tiene permiso. La muerte está en todos lados, en ti, en mí, frente suyo, frente mío y se hace de ella arte, aunque muchos no lo acepten.
Y todo esto viene a colación Yaya porque hemos visto, por separado, un filme que nos dejó con muchas dudas, con muchas sensaciones, con incertidumbre, con molestias y con incomodidad, y por ese simple hecho cumple con su cometido artístico: “El club del suicidio” (2002) del afamado director nipón Sion Sono, que llegó a mis manos en formato DVD. De entrada y sin mayores referencias la recomiendo a mis queridos lectores para estos días de intensa lluvia. Este clima permite la reflexión de las muertes masivas en una nación primer mundista, con todos los avances tecnológicos habidos y por haber, un consumismo exacerbado, un nivel de competencia atroz y un fanatismo musical potenciado por los medios masivos de comunicación. Todo eso junto, más una gran dosis de gore, hacen de este filme de culto una referencia a una década de haberse estrenado.
¿Puede usted querido lector imaginarse a 54 infantes uniformadas saliendo de clase con sus Iphones, MP3, celulares vanguardistas y demás parafernalia tecnológica para estar comunicadas, entrar a la estación más transitada de la capital japonesa con una sonrisa de oreja a oreja para acto seguido unir sus manos y lanzarse a las vías del tren y dejar una estela sangrienta en la primera escena de “El club del suicidio”? ¿Yaya qué imaginaste antes de dormir esa madrugada de lunes cuando lo primero que viste fue esa lúdica imagen salpicando de rojo la pantalla de la televisión casera?
Durante 99 minutos Sion Sono nos conduce por un Japón descontrolado por una ola de suicidios masivos, al inicio estudiantes y poco a poco van sumándose otros sectores de la sociedad civil. La policía no sabe cómo proceder ante una sociedad zombificada, sumergida en su propio fango ideológico, en su propia clandestinidad, en sus propios grupos transgresores (incluyendo clanes de niños, mismos que se desconoce quién o quiénes están detrás de ellos. Se da a entender que es el propio sistema sociopolítico japonés). La policía desconoce por completo que detrás de todo este terrible asunto está la música subliminal de un grupo infantil (así como los medios masivos de comunicación, en específico la Internet) y un bizarro grupo de exuberantes, glamurosos, fetichistas y ambiguos fanáticos asesinos seriales que se dicen ser los líderes de “El club del suicidio”.
El tema musical principal es sumamente sugestivo, encantadoramente sicótico, digno de cantarse si uno pudiera lograr la entonación japonesa del idioma inglés. Los asesinos seriales durante la canción en la película se encuentran en “La habitación del placer” excitándose mientras uno de ellos viola y apuñala a una de las víctimas que está sometida bajo sábanas blancas que se llenan brutalmente de sangre, mientras un par de chicas deliran de miedo por saber que serán las siguientes. ¿Serán ellos los verdaderos causantes de las muertes masivas o serán sólo uno tipos que buscan sus 15 minutos de fama Warholiana? La traducción de la letra señala:
“Durante épocas y épocas el cielo es azul/ Y aún es raro como la gente parece enamorarse./ Un extraño perro amarillo,/ la eternidad sonríe burlonamente al ver cómo nos desgarramos y después nos amamos./ Porque la muerte./ Porque la muerte./ Porque la muerte brilla toda la noche./ Quiero morir hermosamente como Juana de Arco/ en una película de Bresson./ Lección uno, aplicar la crema de afeitar/ y sonríe, entonces lentamente le destrozas el corazón./ Porque la muerte./ Porque la muerte./ Porque la muerte brilla toda la noche./Siente la calidez de la lluvia de primavera,/ que suavemente moja tu mejilla…/ te marca con lágrimas secas./ Un inocente niño de cinco años mirando inexpresivamente la cara de la muerte,/ mientras su corazón es cortado y desgarrado./ Porque la muerte./ Porque la muerte./ Porque la muerte brilla toda la noche…”.
La fotografía de Kazuto Sato hace más grata visualmente la cantidad excesiva de sangre en este drama social; la música de Tomoki Hasegawa es fundamental en esta obra maestra de Sion Sono. Los actores acá no son conocidos, pero se dice que en Japón son populares. El guión lo hizo el propio Sono y la verdad Yaya es de esos pocos filmes japoneses recientes que me han atrapado, me han movido las entrañas y me han hecho recordar a mis amigos suicidas, a lejanos conocidos que han asesinado por placer, o por razones desconocidos por este interlocutor. Como he dicho, la fascinación por la muerte es todo un misterio, ya sea como víctima o victimario. Lo único que puedo decir ahora Yaya es que “El club del suicidio” es un filme que debemos ver una y otra vez para apreciarlo mucho más. ¡Hasta la próxima!

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