Félix Morriña
Yaya,
la primera vez que tuve la oportunidad de ver el performance “La artista es el
presente” de la reconocida artista serbia Marina Abramovic en el 2010, no sentí
esa profundidad emocional que ahora no me deja describirla. ¡Estoy perplejo! En
aquellos años de extrema soledad en la que todo giraba en torno a los excesos,
el divertimento fácil, crisis existencial y económica; mecánico sexo con praxis
erotómana experimental sin goce sentimental; arrebatos líricos y música para
las masas sin dedicatoria, no había posibilidad alguna de entender la trascendencia
de una sencilla puesta maestra, en la que el lenguaje del alma a través de las
pupilas se transmite para marcarte de por vida.
“La artista es el presente” es una
historia única sobre el poder de la mirada, los sentimientos verdaderos, el
perdón, el sabio diálogo sin palabras que dicen mucho más que el cuerpo y el
lenguaje verbal. “El amor después del amor” (diría a gritos Fito Páez), la
historia del pasado revivido a la máxima potencia. Un performance, en el
sentido estricto de la palabra, un performance que cambia la cosmovisión del
mundo, del ayer, del hoy y del mañana. Un delicado y fino ejercicio pleno que
debemos aplicar todos, para entender a los seres únicos que marcaron nuestra existencia.
Yaya, me preguntaron hace una semana
¿qué pasaría si te encontraras con el amor de tu vida 23 años después? No supe
qué contestar, porque el amor de mi vida no llegó hace más de dos décadas y
tendrían que esperar esa cantidad de años o más para poder responderles. Tras
una semana de sublimes imágenes dentro de mi cabeza en medio del sueño, traté
inútilmente de encontrar sana contestación a esa pregunta, porque si bien las
féminas que han acompañado mi bregar han delimitado mi ser y estar, no han sido
lo máximo determinantes como para acabar con el mundo en un antes y después,
para volver a construirlo. Tan sólo han sido-estado y les agradezco y bendigo
por ello, porque gracias a la suma de ellas soy el que soy.
La artista Marina Abramovic sí vivió
ese momento de ver al amor de su vida 23 años después, pero además lo hizo a
través de un video para contarlo, sin que ella misma supiera que le pasaría.
Fue una completa sorpresa cuando Abramovic montó un performance en el
maravilloso Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York en el 2010, llamado “El
artista es el presente”, en la que invitaba a los asistentes a sentarse frente
a ella y mirarla a los ojos por un minuto. Varios de los que pasaban le
comunicaban sus angustias, sorpresas, algunos no reflejaban nada, otros como si
se miraran cansados al espejo antes de dormir, unos cuantos incrédulos, pero no
pasaba mucho, hasta que cierra los ojos para recibir al siguiente participante
cuando frente a ella se posa el artista alemán Uwe Laysiepen, mejor conocido
como Ulay, el amor de su vida.
Marina al verle a los ojos, le cambio
el rostro, el presente inmediato, el futuro, la vida misma. Se desarmó por
completo. No era para menos. Vimos en el video de Youtube que comparto link con mis amables lectores (http://www.youtube.com/watch?v=traUaknfR5o) un suceso
amoroso único e irrepetible. La experimentada Abramovic, la que nunca se
desconcentraba, la difícil de sorprender, la seria artista completa y
multidisciplinaria, no podía creerlo
Yaya, no podía imaginar que tras la triste y acordada separación en 1988, luego
de una década de vivir intensamente una relación sentimental y artística volvería
a verlo. Ellos se habían dicho adiós definitivamente de manera elegante y
trascendental con un performance titulado “Los amantes” caminando por la
Muralla China, cada uno desde un extremo para encontrarse en el centro, darse
un amoroso abrazo y decidir no volver a verse nunca más.
Yaya, como pareja artística
Abramovic-Ulay formaron un colectivo de nombre The Other, con el cual
realizaron varias puestas en escena de vital importancia para el arte
contemporáneo, como “Relation In Space”, “Relation In Movement” y “Death Self”,
éste último nodal y recordado por todo el mundo porque en este proyecto ambos unían
sus labios para aspirar el aire expedido por el otro hasta agotar el oxígeno
disponible, con el único objetivo de demostrar y ejemplificar cómo un individuo
puede absorber la vida del otro hasta destruirle.
Te cuento Yaya, que Marina Abramovic
es reconocida a nivel mundial por sus trabajos performanceros caracterizados
por explorar la relación entre el artista y la audiencia. Por eso cuando conoció
a Ulay en Amsterdam en 1978, de inmediato se entendieron y empezaron a trabajar
juntos y a vivir plena e intensamente una vida que muchos envidiarían. Como
ahora sabrás amada Yaya, Abramovic es un mujerón, provocadora, valiente y atrevida.
Ha redefinido el performance en las recientes cuatro décadas, a través del
cuerpo como una herramienta insustituible, por tal motivo el MOMA le hizo esta
retrospectiva como un brillante reconocimiento a su trayectoria.
Debo reconocer que no me canso de
ver este motivante, formador y memorable performance en Youtube, pero que
también se puede conseguir en formato DVD con el mismo título, recién sacado al
mercado este año con duración de 106 minutos en inglés y con subtítulos. Aun no
comprendo Yaya el motivo por el cual no me conmovió la primera vez que lo vi.
Creo que tú sí tienes la respuesta, porque sabes el poder de la mirada. ¿Crees
poder verme a los ojos, no en 23 años, sino el día de mañana?
¡Muchas gracias Marina Abramovic y
Ulay por este ejemplo de existencia mutua!
Twitter:
@fmorrina
Facebook:
Félix Morriña
No hay comentarios:
Publicar un comentario