miércoles, 10 de julio de 2013

“Ciudad de ciegos”, a más de dos décadas, México sigue siendo lo mismo


Félix Morriña

¿Qué hacías en 1991? ¿Dónde te encontrabas? ¿Cuánto has mejorado, o empeorado? ¿Qué tanto has cambiado? ¿Sigues con la misma pareja? ¿Tu vida sigue siendo prácticamente igual? Seguro, muchas cosas siguen igual o peor para miles de personas en este país. Para este “servibar y amigo”, muchas cosas no han mejorado, como tampoco se cumplieron los sueños prometidos, porque no se quiso, no se pudo, no se concretaron, no se supo armar el destino, como tampoco se supo amar al de al lado.
Muchas veces, pese a estar bien, a considerarse mejor, o creer que se están haciendo excelente las cosas, siempre habrá alguien cercano, tan cercano que te diga que aún falta más, que puedes dar mucho más y que nunca es suficiente. Te lo dice porque te ama y quiere que seas mejor, pero nuestra idiosincrasia nacional no lo permite, porque sólo se esperan cariñitos, arrumacos, dulces palabras, pero la verdad, la realidad es completamente distinta. Se es duro, porque así es la existencia y así nos han formado. Ese método ha funcionado para muchos a lo largo de los años, pero las frágiles existencias no sobreviven a esos embates y sufren demasiado.
Desde tiempos remotos este tipo de expresiones se han escuchado en el México contemporáneo y de esa forma el director Alberto Cortés (“Amor a la vuelta de la esquina”, su primer largometraje; “Corazón del tiempo”, “Territorio zapatista… nuestro futuro que vienes después”, “Tepito vive, barrio”, entre otros documentales destacados), las plasma en 10 fragmentos cinematográficos en su exitoso filme de 1991, “Ciudad de ciegos”, donde el desamor, la dolorosa separación, ya sea política, social, cultural, económica y amorosa está planteada desde la primera escena y hasta el último momento, ricamente aderezada con la música de Los Morales (quienes actualmente acompañan a Óscar Chávez por doquier), las composiciones de los geniales Pepe Lorza, Jaime López y Santa Sabina, con una Rita Guerrero (qepd, amore mío) en su mejor momento creativo y vocal, entre otros, que la hicieron uno de los mejores filmes mexicanos de las últimas dos décadas del siglo pasado.
Escuchar casi completa la sentidísima rola “Aquí me quedo” (“… aquí nací y aquí me muero./ Aquí nació mi sueño, aquí nacieron/ las aguas del arroyo y tú./ Aquí me quedo, la noche, la banqueta, el vaso lleno…/ Aquí no puedo pedir que te quedes, te tengo./ Aquí no quiero pedir que me ames, te tengo./ Aquí me quedo, mejor aquí te espero/ por si andas solitaria entre tus sueños/ al fin, uno se haya su lugar…”), eriza la piel desde el primer canto de Pepe Lorza. Cuanto desearía volver a cantarla con Los Malhechos, mi pandilla de esos años con quienes proyecté la cinta en el Centro Cultural Acatlán de la ENEP-UNAM para que la entiendas Yaya, para que sepas cuán importante sos en mi existencia y el verdadero significado de mi labor periodística y amorosa.
Todavía recuerdo con grato sentimiento las entrevistas sobre el erotismo, el sexo, la pasión, la desolación y el desamor abordados en “Ciudad de ciegos” con las actrices participantes Blanca Guerra, Gabriela Roel, Arcelia Ramírez, Claudette Maillé, Verónica Merchant, Zaide Silvia Gutiérrez y la misma Rita Guerrero, con quienes siempre tuve sueños erotómanos (de hecho siempre se los hice notar respetuosamente), mientras ellas me contestaban con el profesionalismo que hoy día tanto se extraña. Con este filme de Alberto Cortés, nos dábamos cuenta Yaya, que había futuro para el séptimo arte nacional, pero tras una década, el sueño se difuminó, como sucede en la actualidad con la Selección Nacional Mexicana de Futbol.
En esta cinta, 10 historias se mezclan en un departamento de la colonia Condesa de la Ciudad de México, con el tema común de la ruptura. Todo transcurre a lo largo de las últimas tres décadas del México del siglo XX, donde el desamor transcurre en momento socioculturales y económicos que han marcado a esa generaciones. Tal parece que este país no ha logrado brincar sus trastornos y limitaciones.
Como muchos saben, que te doy a conocer Yaya, porque seguro estoy no la has visto, el mejor corte fílmico de los 10 que conforman “Ciudad de ciegos” es donde participa la hermosa señorona Blanca Guerra, en un monólogo que te deja perplejo por el manejo histriónico. Sólo te das cuenta de quién está hablando hasta que escuchas las pisadas al entrar al departamento de la colonia Condesa, sitio donde se lleva a cabo toda la película. Sí, mi amor, todo transcurre en un solo departamento, sólo hay dos escenas en la calle, sólo para ubicar que se trata de la colonia Condesa, antes de que fuera tan popularmente burguesa y llena de hermanos sudacas.
Otra de las cosas que debes saber querida Yaya, es que el guión lo escribieron varias manos: Hermann Bellinghausen, Alberto Cortés, Paz Alicia Garciadiego, Silvia Tomasa Rivera y Marcela Fuentes Berain. Esta es una película que me volvió a quitar el sueño hace días de tan sólo recordar los mejores momentos del primer lustro de los años 90, justo cuando mi etapa creativa universitaria estaba tan salvaje como la navaja del “Alucinante viaje del afilador de los cuchillos”, como el título del poemario del vate argenmex, Pedro Salvador Ale. Eran los años salvajes, diría Lou Reed y Tom Waits, respectivamente, pero tan lleno de vigor para llegar (de) formado a ti, amada Yaya.
En estos tiempos oscuros, en este julio denso, donde todo sale mal, donde todo parece haberse hecho de pésima manera, donde lo que se haga no es suficiente, donde lo más importante es cargar que crear, que vale más el apoyo físico que el espiritual, moral y económico; donde nada reconforta y todo es seguro reproche, donde nada amortigua el dolor, donde no vale la pena nada, donde se busca y no se encuentra. En este julio, para sanar un poco las heridas, vale la pena volver a ver en formato DVD la película de Alberto Cortés, ganadora de un Ariel por mejor tema musical (“Ciudad de ciegos” de Pepe Lorza, interpretada por Santa Sabina con Saúl Hernández de Caifanes y Sax de Maldita Vecindad), tan solo por el hecho de que aborda el tema de la constante ruptura amorosa, esa de la que nadie escapa.

Twitter: @fmorrina
Facebook: Félix Morriña

1 comentario:

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