Félix Morriña
Para
el realizador mexicano Ramón Obón (Cien
gritos de terror, 1964), rodar un filme de terror sustentado en leyendas
histórico mexicanas en pleno siglo XXI, donde la realidad cotidiana nacional
con crimen organizado, narcocracia y
“guerra” de parte del Gobierno Federal supera cualquier relato cinematográfico
de ficción, es necesario para mantener vigente nuestras tradiciones, nuestros
usos y costumbres, como también rememorar el cine nacional de suspenso con
todas nuestras características y creencias fantasmales, como sucede con su
reciente y segunda película como director: Morgana,
una leyenda de terror (Videocine, 2011).
“El terror es atemporal, está con
nosotros cotidianamente, porque todos hemos sentido miedo en algún momento de
nuestras vidas. También hemos cargado con nuestros propios fantasmas, es decir,
no existe una persona que no haya sentido miedo y que no tenga terror de enfrentar
a sus fantasmas. El terror, como el miedo, está muy con nosotros los mexicanos;
en cuanto al séptimo arte es un género que es muy noble y flexible, sobre todo
en el caso de la película Morgana, una
leyenda de terror me suena como una concepción del terror muy a lo nuestro,
a nuestra propia idiosincrasia”, acotó el reconocido guionista de películas de
luchadores y de suspenso, terror y horror gótico desde los años 50, entre los
que se destacan La sombra vengadora (con
la dirección de Rafael Baledón de 1954), La
cabeza de Pancho Villa (Chano Ureta, 1957) y El jinete sin cabeza (Chano Ureta, 1957).
Para
el escritor de El vampiro (Fernando Méndez, 1957), Misterios de ultratumba (Fernando Méndez, 1958), Pacto diabólico (Jaime Salvador, 1968) y
Santo vs Las lobas (Rubén Galindo,
1972), entre más de una decena de guiones más y colaboraciones especiales, no
estamos dados los mexicanos al cine escatológico, brutal, al estilo hollywoodense
en cuanto a este género, sino a todo lo que realmente somos, con todo y
nuestras tradiciones sobrenaturales, con todo y fantasmas. El cineasta explicó
que nuestro cine cometió errores en los años 70, porque se siguieron modas y no
seguimos nuestras propios usos y costumbres para llevarlas a la pantalla
grande, con lo cual hubiéramos fortalecido nuestra identidad y se hubiera
mejorado la calidad de las producciones.
Al preguntársele cómo abordó la
historia de la película, Ramón Obón dijo que no recuerda con exactitud, porque
fue hace muchos años cuando andaba por algún lugar de la provincia mexicana, en
una región donde decían existía un lago cubierto constantemente de neblina. “Ahí,
alguien, en el pequeño hotel donde me hospedaba, me contó algo de la historia
mientras bebía un trago y dejaba que afuera golpeara la lluvia azotada por una
tormenta eléctrica. Tiempo después me encontré la amarillenta nota de un
periódico que daba cuenta de esos sucesos ocurridos a finales del siglo XIX y
que culminaran con el suicidio de una muchacha. Decían que estaba loca, que
había buscado la muerte allá en el lago, para lavar la vergüenza que manchaba a
su familia y pro la cual ella estaba condenada a purgar su pecado, por una
desgarrada ausencia que la llevó a la locura”.
Según el cineasta la nota era
escueta. Había una foto antigua de la mujer, era joven, de expresión trágica,
con rostro lavado y vestida de negro. Sostenía entre sus brazos una vieja
muñeca de porcelana, misma que en una réplica es empleada en la película para
sostener el ritmo narrativo, consistente en la historia de una mujer similar de
21 años que se volvió loca una vez que su conservadora familia le arrebató a su
hijo que mancharía el honor de la familia. Su penar llega hasta nuestros días a
través de la muñeca de porcelana, misma que fue comprada en una tienda de antigüedades
y regalada de un padre viudo a su pequeña hija, quien tiene revelaciones oníricas
y todos piensan que está deschavetada.
La protagonista, agobiada por sus
sueños recurrentes que no describen cuál es el lazo conductor con esa mujer
fantasmal de rasgos terroríficos que la tratan de llevar al suicidio, tiene que
resolver el dilema con la ayuda de sus amigos, un viejo jardinero que conoce la
trágica historia y una vetusta y amargada tía. Cerca de la residencia, donde se
fue a vivir la protagonista cuando quedó huérfana, está una vieja y abandonada
casona donde están las respuestas a todas las incógnitas.
Morgana, una
leyenda de terror
fue rodada en Valle de Bravo y Avándaro, estado de México, así como en una
vieja casona de la colonia San Rafael de la ciudad capital nacional, como de
los bosques de Tlalpan, El Ajusco y Coyoacán. Tuvo un costo de 25 millones de
pesos. Ramón Obón agregó varios elementos fílmicos de películas de horror
gótico de finales de los años 60 (como Hasta
el viento tiene miedo de Carlos Enrique Taboada de 1968 y recreada en el
2007 por Gustavo Moheno, cuya producción ejecutiva corrió a cargo de Gonzalo
Elvira Álvarez, el también productor de Morgana,
una leyenda de terror).
Tanto
Ramón Obón como parte del elenco que participa en su película (las atractivas
actrices Siouzana Melikian, Alejandra Adame y Alejandra Toussaint, y el actor
Eugenio Becker), incluyendo al productor ejecutivo Gonzalo Elvira Álvarez, estuvieron
en un complejo cinematográfico de Metepec, estado de México, para la alfombra roja
y la premier de esta película que se estrenará este viernes 3 de agosto en
cartelera comercial. Durante la proyección del filme, hubo momentos de muchas
risas y hasta carcajadas en momentos donde se supone debe el espectador estar
aterrorizado. ¡Como siempre, usted tiene la última palabra!
Twitter:
@fmorrina
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