domingo, 7 de agosto de 2011

“Juego de traiciones”, thriller político sobre la administración Bush en Oriente Medio

Félix Morriña

Basada en hechos reales, la reciente película de Doug Liman, “Fair Game” (titulada en México como “Juego de traiciones”) causó malestar entre la comunidad estadounidense que apoyó la administración del presidente George W. Bush, durante su proyección en las salas de ese país, porque narra un escandaloso episodio histórico en la vida sociopolítica de la Unión Americana con su intervención en Oriente Medio, al acusar a Irak de crear armas de destrucción masiva en el periodo del presidente Saddam Hussein.
            Como muchos saben, la intervención de las fuerzas armadas gringas en países de Oriente Medio durante la última faceta del dictador iraquí, Saddam Hussein, al principio fue tomada como ejemplar, porque se decía que Bush nos estaba protegiendo de un enemigo público para occidente que debíamos eliminar, no sólo iraquí, sino que formaba parte de un conglomerado de países que tarde o temprano se unirían para acabar con una forma de vida y de creencias religiosas.
            Nada más equivocado, porque se descubrió que desde el interior del sistema político, militar y de las corporaciones de inteligencia estadounidenses se estaba fraguando una guerra sin justificación contra una nación que ya había dejado atrás la carrera armamentista por falta de recursos financieros. Tenían a los científicos, pero no el capital para generar alguna bomba nuclear y eso lo sabían algunos sectores de inteligencia y de la prensa de la Unión Americana, pero decidieron iniciar una guerra para mejorar su economía y ponerle la bota en el cuello a la población iraquí y señalarles como enemigos del mundo, que si bien no eran moneditas de oro, no merecían esa guerra atroz.
Cabe recordar que Hussein fue dictador de 1979 al 2003, cuando un ejército anglo-norteamericano invadió Irak y lo desalojó del poder. Él escapó durante varios meses hasta que fue atrapado en un sótano de su localidad natal, Tikrit, el 13 de diciembre de ese mismo año. Fue hasta el 2006 cuando fue condenado por un Alto Tribunal iraquí por haber cometido un crimen contra la Humanidad cuando ordenó la ejecución de 148 chiítas de la aldea de Duyail en 1982. Este fue el único delito por el que se le castigó, pero olvidaron acusarlo oficialmente del ataque químico a Halabja, en Kurdistán, en 1988 y el aplastamiento de la rebelión chiíta en 1991.
Además, faltó castigarle por los centenares de miles de muertos que provocaron las guerras que desencadenó contra Irán entre 1980 y 1988, así como la invasión a Kuwait en 1990. Hussein fue ejecutado el 30 de diciembre del 2006 y su muerte fue considerada una vergüenza internacional, porque sus verdugos chiítas no tuvieron ningún reparo en insultarle mientras moría. El video de la ejecución sigue circulando en la red por todo el mundo, como un ejemplo para las nuevas dictaduras en el orbe.
La parte política de la invasión a Irak es lo que filmó Doug Liman y para ello se hizo de un reparto excepcional, pero sin duda, destacan las actuaciones de la nominada al Premio de la Academia, Naomi Watts y del Ganador del Premio de la Academia, Sean Penn, quienes en esta película forman un matrimonio aparentemente normal, pero ambos han estado metidos en la política gringa y como agentes secretos. Todo se cae hasta que altos funcionarios de la administración de Bush los desenmascaran ante la prensa para continuar con su plan de invasión.
Valeri Plame (Naomi Watts) es un agente secreto que socialmente se dice empleada de una agencia de venta de autos y productos similares, así como burócrata de medio cargo en Washington, DC, pero en realidad maneja diversas operaciones secretas en varios países árabes para investigar si en verdad están fabricando armas de destrucción masiva. Para lograr su objetivo, se apoya en su marido (Sean Penn), quien fue diplomático en la gestión de Bill Clinton y conoce muy bien las zonas en conflicto. El personaje de Sean Penn se compromete en decir la verdad por razones éticas y todo se complica al grado de ser señalados y perseguidos por la prensa que apoyó a George W. Bush y su séquito de colaboradores.
El director de “Identidad desconocida” y “Sr. y Sra Smith”, nos ofrece en “Juego de traiciones” un thriller político con mucho drama y con un buen manejo de la historia, basada en hechos reales. El director logró su cometido de atrapar al espectador serio y cinéfilo, para recordarnos lo que realmente es la política internacional de los vecinos del país del norte. Ya pueden conseguir este filme en formato DVD a un precio accesible. Que la disfruten.


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