miércoles, 31 de agosto de 2011

Del sentido homenaje a Amy Winehouse, a la reedición de sus discos con algunas rarezas

Félix Morriña
Estoy nuevamente aturdido, emocionalmente borracho y lleno de rabia. Feliz de oír una y otra vez tu excelsa voz negra en tu entidad blanca. Cansado de escuchar sandeces sobre tus excesos, cuando lo que importa es el sonido Motown fusionado con lo mejor de los cronners blancos del orbe en tu garganta, en tu corazón, en tu vida. Veo en el televisor, el sentido homenaje que te ofrecieron en la vigésimo octava edición de los MTV Video Music Awards. Alegra que Russell Brand haya dicho con simpleza que “eras un genio, una chica ordinaria con un cabello extraordinario, pero que al escucharte por vez primera supo que tu talento era único”. Vaya que lo era.
Por su parte, el mítico Tony Bennett habló de aquel dueto que hizo contigo mi amor. También gustó mucho la interpretación de Bruno Mars, quien hizo vibrar al público y a la audiencia televisiva mundial cuando las notas y letra de “Valerie” entró por todos mis sentidos. Cada día que pasa te extraño más. Me doy cuenta de que el mundo ha perdido el sentido de lo verdaderamente humano. Me convenzo de que nada importa, salvo ese sentido de humanidad y la musicalidad que salva vidas, que humaniza. Te prometo que trataré de no perder ese sentido.
¿Mi amor, dime con precisión quirúrgica qué nos sucedió física, sentimental y mentalmente entre el galardonado disco Frank y el memorable Back To Black? ¿Por qué decidiste tatuar de esa forma tan lánguido corpus entre esas dos hostias plateadas? No puedo evitar sentir un terrible nudo en la garganta cuando veo las inocentes y sugestivas imágenes tuyas incluidas en Frank y luego sentirme arrogante, feroz, trepidante y compulsivo, cual personaje de bajo barrio con resaca interminable tras un trago de whisky barato cuando te veo en las fotos de Back To Black. Son dos historias diferentes. Son dos mujeres diferentes, pero amadas con igual intensidad. Esa eres tú, amada Amy Winehouse.
Luego de recordar ese sentido homenaje la noche del pasado domingo 28 de agosto, decido beber como tú lo hacías acompañado de ambos discos, con la novedad de que conseguí la reedición de estos álbumes con un disco con rarezas cada uno. Estos álbumes dobles recién aparecieron en el mercado y la verdad quien los adquiera terminará como yo al filo de la cama con botella en mano y sin querer ver el frío y lluvioso amanecer. No quiero ver jamás el amanecer oyendo tu música. Quiero una noche interminable con whisky barato de un solo grano, sin comer, con algunas drogas que me mantengan aguzados mis sentidos y tú a mi lado con ese despeinado cabello setentero, tus ojos maquillados a la Nina Hagen o a la Susan de Siouxsie And The Banshees o como las punks de los años setenta. Te quiero a mi lado como alma perdida, desolada a la espera de la muerte.
Mi amada cantautora judía-inglesa con alma negra, alma de soul jazz, me devolviste la vida con estos dos discos con rarezas, mismas que contienen demos, cual primeras tomas, no pienso decirles a estos amigos lectores, cómplices desde hace dos décadas, cómo se llaman, qué dicen, cómo se oyen, qué significan para extraños melómanos. No voy a decirles, te lo prometo. Ellos, deben conseguir esas portadas,  una en blanco y otra en negro, sencillas, pero con un contendido que les dejará nudos en la garganta. De la música, no hay expresiones suficientes. Que sufran un poco.
Lo que sí voy a decirles, es que si no te han conocido lo suficiente, deberán acercarse a estas joyas que nos heredaste. Es necesario decirles a las nuevas generaciones plañideras lo que significas para la música de calidad en este planeta. Tu música queda en la memoria de un sector exclusivo de la humanidad. Ojalá sea de la memoria colectiva. Quizá tarden muchos en entender tus aportaciones a la cultura universal, pero ese es nuestro trabajo. Mientras tanto, voy a la vinatería más cercana por más whisky barato, porque no puedo dejar de escucharte.

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