jueves, 23 de junio de 2011

Con “World Painted Blood”, Slayer celebró tres décadas de thrash metal en México

Félix Morriña

Slayer festejó tres décadas de thrash y speed metal con dos conciertos en México, el primero el domingo pasado en Monterrey, Nuevo León y el segundo la noche del martes en el Palacio de los Deportes ante 10 mil intensos seguidores que se hicieron acompañar por sus exuberantes féminas. Al mismo tiempo de festejar 30 años de talonearle, la banda presentó el contenido de su reciente disco “World Painted Blood”.
            Tocó a la banda norteña Avatar ser los teloneros del grupo liderado por el cantante de origen chileno Tom Araya y secundado por el seis cuerdas Kerry King, el baterista de origen cubano y maestro del doble bombo Dave Lombardo y el guitarrista Gary Holt (ex Exodus), quien cubre parcialmente a Jeff Hanneman, quien no pudo estar por razones de salud.
Avatar está formada por Jesús Guzmán (voz), Juan Lara (guitarra), Reyes Amaro (bajo) y Rubén Beltrán (batería). Nació a mediados de 2004 con la intención de conjugar su talento e influencias, pues siempre simpatizaron con el heavy metal y el thrash metal, géneros que exploraron algunos de sus integrantes en Toxodeth, Deadly Dark o Black Vomit, agrupaciones puntales del metal subterráneo en Monterrey, y en las cuales algunos de sus integrantes empezaron a labrar un camino, pero sin duda es en Avatar en donde se cristalizaron muchos de los objetivos.
            Fue una nueva oportunidad de ver a los polémicos integrantes de Slayer, quienes a lo largo de su historia han creado toda la imagen de seguidores del (neo) nazismo y de darle motivos a los asesinos seriales de continuar con sus crímenes. Pueden estar o no de acuerdo, pero sólo se les ha adjudicado estar interesados en esos temas. Lo cierto es que se trata de una verdadera y trascendental banda que empezó con el trash metal, pasando por el hard core punk y el nü metal. Además, son una de las cuatro bandas nodales de los años 80 que registraron, junto con Metallica, Anthrax y Megadeth, el sentir de una juventud inconforme con el sistema imperante de la Unión Americana y su influencia en el resto del mundo.
            Por otro lado, el nuevo disco de Slayer, “World Painted Blood”, fue producido por Greg Fidelman y salió a finales de 2009. Cabe recordar que los primeros trabajos de la banda fueron bien recibidos por la crítica gracias a su rapidez y a su poderío instrumental al combinar la estructura del hardcore y del speed metal. “Reign in Blood” es el álbum más rápido de la banda, grabado a una media de 250 pulsaciones por minuto.
“God Hates Us All” fue grabado con guitarras de siete cuerdas. Los solos de guitarra de King y Hanneman han sido categorizados como caóticos. Dave Lombardo usa dos bombos en lugar de un doble pedal y un sólo bombo. La agresividad y velocidad de Lombardo consiguieron que le llamaran “El padrino del doble bombo”, y está considerado como una pieza clave en el sonido de la banda.
Una parte del sonido de Slayer es progresiva, pues cambia a menudo tiempos y arreglos en el centro de sus canciones. Aunque Araya nunca ha utilizado el bajo estilo vocal “gutural” asociado usualmente al death metal. Como muchos saben, la música de Slayer se considera una influencia importante en el death metal y el black metal. La banda ha sido criticada por grupos religiosos de ser una banda de rock satánico, debido a que tanto sus letras como las portadas de sus álbumes tratan temas como el satanismo, la violencia, asesinato, asesinos en serie y guerras, y se le ha acusado de apoyar al nazismo, debido a la afición de Jeff Hanneman de coleccionar material de temática nazi y por letras como la de la canción ‘Angel of Death’, que trata sobre el médico y criminal de guerra Josef Mengele.
Desde su debut en 1983, la banda ha lanzado diez álbumes de estudio, dos álbumes en vivo y dos recopilatorios, y ha vendido más de cuatro millones de discos sólo en Estados Unidos. Ha recibido dos premios Grammy: uno en 2007 por la canción ‘Eyes of The Insane’ y otro en 2008 por el tema ‘Final Six’.
En poco más de dos horas, Slayer dejó satisfecho al público que se hizo presente en el Palacio de los Deportes. La reventa estaba a mil 200 pesos, un abuso porque el boletaje general costó 480 devaluados pesos, pero hubo quien sí lo compró de esa manera. La seguridad para este concierto no fue exagerada y no hubo absolutamente nada que lamentar. Sólo hubo festejos, euforia y gargantas lastimadas por el alcohol, la cerveza, el smog y el esfuerzo por interpretar los temas del grupo.
Ahora a juntar un poco de dinero para los siguientes conciertos, entre ellos, el que ofrecerá en breve DRI en nuestro país. Hasta la próxima.



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