sábado, 26 de enero de 2013

“La edad de la punzada”, la novela de Xavier Velasco como la anticipación al más tóxico de los afrodisíacos


Félix Morriña

Después de medio año de haber realizado la entrevista a mi amigo y colega Xavier Velasco en las instalaciones de Santillana Ediciones (encargada de la publicación y distribución de los materiales de Alfaguara), me dediqué a resolver problemas cotidianos y familiares o en todo caso acrecentarlos, por lo que dejé de lado la lectura de su reciente novela autobiográfica de su periodo adolescente “La edad de la punzada” (2012), hasta nuevo aviso. Luego de que se probara mi inocencia en la Procuraduría mexiquense sobre un caso peculiar con algunos belicosos vecinos, ventilado en este mismo espacio y en algunos medios de comunicación en octubre pasado (por si quieren leerlo está publicado en mi blog bajo el título “Una razón más para vivir”), retomé la divertidísima lectura para después cumplir con el trato de escribir sobre ella.
            Desde el inicio hasta el final de “La edad de la punzada”, el lector estará carcajeándose por todo lo que narra Xavier Velasco con respecto a lo que vive un adolescente calenturiento (¿alguno no lo será?), le hará rememorar cada episodio de la secundaria a la preparatoria cuando lo único importante era divertirse, tener novia, desear lo que los otros tenían (en especial las mujeres) y cumplir con las calificaciones para que los padres no jodieran. Por supuesto que los tutores tienen un papel importante, como los inefables profesores, los libidinosos compañeros de batalla y las bellas féminas que inspiraban y provocaban suspiros hasta al más gélido y baboso de los educandos.
            Por supuesto que no podía faltar el agandalle escolar, el albur, las cursilerías de los otros, el billar, el boliche, las motos, los autos, los viajes al extranjero, los puteros El Balalika, La Burbuja y El Ratón, así como la buena música, en este caso el rock. Es más, en la página 250, Xavier Velasco descubre a los 16 años a mister David Bowie (yo tuve la fortuna de oírlo a los 17 y desde entonces mi vida fue otra), luego de haber conocido el álbum “Alice Cooper’s Greatest Hits”. Desde que Velasco escribía en el suplemento “Sábado” en el “extinto” Unomasuno y en la sección de Espectáculos del desaparecido El Nacional sobre David Bowie, muchos sabían que tarde o temprano Xavier lo retomaría para una de sus novelas.
            A continuación les comparto parte de la larga entrevista con el autor de “Luna llena en las rocas”, “El materialismo histérico”, “Éste que ves” y “Puedo explicarlo todo”, para que se motiven a adquirir y leer esta divertida y seductora novela:
­--Creo que desde “Diablo Guardián” (Premio Alfaguara, 2003) no nos habíamos visto para una entrevista formal, ahora con “La edad de la Punzada” debo en lo particular agradecerte mandarme a ese periodo que hace tiempo no abordaba, pues cuando me han preguntado sobre de que trata el libro yo he dicho que es sobre el proceso iniciático de todo adolescente en su despertar erótico e ideológico. ¿Tú lo consideras asi?
Es una novela de iniciación, claro que sí, pues se está inaugurando un mundo, y esa es la novedad, donde está naciendo el amor, el deseo, una forma de miedo y zozobra que no conocías, se está abriendo la caja de pandora, están saliendo todos los diablos, y entonces, es una época maravillosa, yo tengo una fijación especial por esa época y creo que se nota, pues me empeñé en no olvidarla y tenerla bastante presente.
--De hecho, hay pasajes que uno los hubiera omitido y se nota que los tenías bastante presentes. ¿Es por alguna cuestión de trauma psicológico o porque lo fuiste anotando desde muy joven?
Es nota mental, es como una especie de compromiso o “manda” que tú mismo te impones, como decir algún día tengo que contar esto, y lo quiere decires decir es: Algún día esto va a tener sentido, algún día va a tener un por qué, algún día voy a poder aprovechar todo esto que me está fastidiando, es decir, algún día tendré la sartén por el mango y voy a poder contarlo, y la única manera es ponerse a escribirlo, pues si no lo cuentas, no tiene sentido.
Esta novela la he contado como un 60 por ciento en pedacitos, y el otro 40 por ciento no lo contaba, porque no me atrevía, pero esas cosas que no te atreves a contar son las que tienes más frescas.
Me daba mucha emoción y mucho miedo sentarme a contarlo, y precisamente por eso te anticipas todo el tiempo y sigues pensándolo: “La anticipación es el más tóxico de los afrodisíacos”, y la idea de anticiparme en la elaboración de este libro para mí fue absolutamente afrodisiaca, es decir, me preguntaba: ¿Que voy a contar? ¿Que me voy a atreverme a contar?, y en ese momento dije: ¡Pues el chiste es que lo cuente todo!
--Entonces, ¿te exorcisó de alguna manera el haberla terminado después de tantos bosquejos?
Son los dos procesos, primero es el endorcismo, llamar a todos los demonios y decir: ¡Vengan a mí, tenemos trabajo!, y ya una vez que terminamos entonces si: ¡Ya lárguense,  fuera de aquí!
Pero lo divertido no es tanto sacarte los demonios, sino llamarlos, tenerlos adentro y en ese momento pelear con ellos, volver a encontrártelos, y ver que al menos  tus demonios no han envejecido, están ahí, siguen igual de atléticos, claro el que ha envejecido eres tú, entonces no los ves desde la misma perspectiva, pero todavía puedes jugar con ellos. ¡Qué mejor máquina del tiempo que los traumas, los demonios y los fantasmas!, son los que te ayudan a ir atrás y entender cosas que tal vez entonces eras incapaz de ver.
--¿Crees que este libro marca una generación en específica?
Claro, siempre va a estar la huella de una generación, hay muchas cosas que no te puedes imaginar en este momento, pero aunque todos tienen su propia experiencia, en diferente lugar, diferente época, diferente momento, cuando estás en esa edad (la edad de la punzada) te pareces a los otros, no por lo que tengas, sino por lo que te falta; no tienes permiso de nada, tienes los dientes chuecos, tienes barros, no te reconoces en el espejo, la voz te cambia horrible y se ríen de ti. ¡Todo te falta!, ya no digamos novia, no puedes ni soñar en eso, y el respeto de todos, nadie te respeta, ni tus compañeros, ni las niñas, ni los vecinos, ni los mayores.
Entonces, la situación es muy parecida, no importa si vas al puesto de periódicos a comprar revistas de las únicas mujeres sin ropa que podrás ver en el mundo, o frente a la pantalla de una computadora, donde puedes ver a miles de mujeres desnudas sin pagar un centavo y si eres hábil, sin ni siquiera dejar huella. Pero finalmente tu situación es la misma, estás ahí y no sabes qué hacer con tu cuerpo, de cualquier manera de entre todas esas mujeres te vas a encontrar la que te gusta, la vas a hacer tu novia y tu imaginación va a irse a volar igual, la imaginación sigue volando con la misma tecnología, a lo mejor hoy en día tienes más posibilidades técnicas, pero de cualquier manera ¡estás jodido!, esto no va a cambiar, porque la vecinita de cualquier manera no te hace caso, aunque ahora le puedas mandar SMS, la puedas invitar al Facebook o la puedas Twittear, si te dice que no es igual, ¡es la misma fregadera!
Finalmente estás solo, yo no sé qué te acompañe más si un monitor o una revistita manoseada, a mí me gusta la revistita manoseada, pero tampoco niego que el monitor tiene sus encantos.
--Entonces, ¿te volviste un fanático de la tecnología?
Sí, si ahora tuviera 13 años supongo que estuviera intentando convertirme en hacker
--¿En lugar de una moto?
¡Claro!, bueno quien sabe.
--Todo ese contexto vivencial, antes de que falleciera tu mamá, ¿cómo lograste decirle: Mira, ésto es de lo que no te habías enterado cuando era adolescente?
Mi mamá no tuvo la pena de enterarse de varias cosas que están en el libro, pues cuando ella se fue el libro todavía no se comenzaba a escribir, es un arma de dos filos: Pues por una parte me da mucha tristeza que no haya podido leer un libro que finalmente escribí para ella, pero por otra parte también me reconforma mucho haberle ahorrado cantidad de berrinches. Pues aquí tendría que ver de lo que había sido capaz su hijito, tendría que ver que ese despertar sexual que ella negó tan cómodamente, era innegable, entonces, hay una parte de mí que le da tristeza, y otra parte de mí que cree que no la hubiera disfrutado mucho. Creo sin embargo que varias de mis vivencias al escribir ese libro, en alguna parte las compartió, y que esté donde esté ya le es más fácil entender el libro ahora de lo que le hubiera sido aquí en la tierra.
--¿Y Xavier, tu padre, qué dice?
Bueno, te diré que al ser de origen autobiográfico, la primera lectura de los padres es traumática, se la pasan diciendo: ¡Esto no puede ser! ¿Cómo pudo pasar esto?, todo ésto yo no lo evité, es decir, imagínate a mi padre viendo que yo cargué su pistola y me fui a buscar a uno de mis vecinos para matarlo, y que le metí balas a la 38, se ha maldecido y se ha arrepentido muchísimo.
Ya la segunda lectura la hacen muy divertidos, pues ya no tiene nada de que espantarse o por mucho que se puedan espantar finalmente dicen: Pues mira, el saldo es  bueno, ¡ya publicó un libro!; la segunda lectura equivale a una telenovela, ya sabes el final feliz, sabes que todo se va a arreglar, es una lectura relajada y al final terminan divirtiéndose. Pero tiene que ser siempre difícil leer un libro que escribe tu hijo, donde apareces tú, al menos que lo hubiera hecho esperando complacerlo, cuyo caso seguramente sería dormido, ni hablar, mi papá me dijo cuando lo estaba escribiendo: Escribe lo que quieras, te doy total libertad de contar de mí, de tu mamá, de ti, lo que sea, es asunto tuyo, cuenta lo que tengas que contar… pero aquí están mis abogados!
--Bueno, yo sí lo voy a regalar a los amigos que están dentro de la cárcel, una lectura para alguien que está dentro de la cárcel debe ser muy distinta ¿no?
Claro, por supuesto, la vida de la gente que está dentro de la cárcel, ya sea porque está el familiar ahí o porque tienen que estar presos, es una vida muy simple, muy enternecedora, porque es gente que no cuenta con la comprensión de nadie y solamente se comprenden entre sí. Cuando pasas una Navidad en la cárcel, llega gente y te abraza y te desea suerte, ves que realmente te lo dicen con toda el alma, pues en esos abrazos lo que dicen es: Estamos mal, estamos tristes, pero esto tiene que acabarse, no importa si es en dos meses o en 20 años.
La visión de vida que es la cárcel para un adolescente, no hay cómo pagarla.
--¿Y a tí te tocó pasar por algo semenjante, no?
Sí, claro me tocó tocar el Tribilín, para mí estar en el Titular de Menores fue grandioso, pues en esa época lo que más necesitas es que tus compañeros te respeten, y cuando se enteran que ya caíste allá, y que ya tocaste el piano en el Tribilín, eso es más que darse a respetar, pues como a la gente siempre le gusta pensar lo peor, lo de menos es que haya sido por una tontería, lo demás es que ya te graduaste, que ya eres gente de mucho respeto.
Sin duda, esta divertida novela le hará pasar momentos agradables, le recordará pasajes de su adolescencia y primera adultez; de lo contrario, aprenderá cómo se vivía y disfrutaba ese periodo en los años 80. Desde luego, todos los que no la vivieron tendrán el pretexto de mostrarnos lo que ahora se vive a través de otras lecturas. Lo más importante que nos ofrece Xavier Velasco en “La edad de la punzada” es que todos seremos eternos aprendices de rufianes. ¡Hasta la próxima!

fmorrina@yahoo.com.mx
Twitter: @fmorrina

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