martes, 11 de diciembre de 2012

El concierto de Bruce Springsteen, parteaguas en la vida musical mexicana

Félix Morriña

Para muchos exigentes y sesudos melómanos sólo faltabas tú, Bruce Springsteen, para que el universo sonoro mexicano estuviera completamente cerrado. Habrá otros que digan que nos siguen faltando los maestros ingleses de The Who verles en vivo para que todos los veteranos  rockstars internacionales hayan pisado la sagrada tierra azteca, pero una vez que nos enteramos que su cancelación en el Foro Sol, hace más de un año, se debió a situaciones de falta de venta de boletaje suficiente, entendimos que el cantante Roger Daltrey, el guitarrista Pete Townshend y compañía estaban más interesados en llenarse los bolsillos de dólares que brindarse a sus más fieles seguidores mexicas. Tú, Bruce Springsteen, te presentaste tal cual eres, aunque te esperamos 43 años, y la verdad, valió la pena.
            Miles de los que estuvimos en el Palacio de los Deportes, la noche del pasado lunes 10 de diciembre, nos sentimos halagados con tu presencia, porque nos recordaste lo que significa ser un genuino rockero hijo del vecindario, un tipo de barrio que tuvo que partírsela día tras días junto a la clase trabajadora para llegar hasta dónde tú, Bruce Springsteen, has llegado. No es fácil ser y llevar una vida de rockstar, pero tú, vaya que sin broncas brincas ese vaya del ego y del narcisismo para estar con nosotros, los que te hicimos una estrella del firmamento musical hace muchos ayeres.
            Según mis cálculos, los poco más de 12 mil espíritus que yacían rendidos a tus pies en el Domo de Cobre de la capital del país, no daban crédito al verte brincar, correr, dejarte abrazar por el respetable, por las ninfas, por bellísimas féminas y por niños que tuvieron la excelsa oportunidad de estar ahí con nosotros para fortalecer su ser interior. Todos ellos estaban bocabiertos porque ninguno aguantó tu vibrante energía a los 63 años canción tras canción. Apenas nos estábamos recuperando de una sentida rola cuando ya nos estabas recetando la siguiente. Vaya lección de vida. No importa que no hayas reventado el Palacio de los Deportes con los 20 mil que le caben al foro de Churubusco y Añil, porque estábamos los que debíamos.
Fueron tres horas inolvidables en esta primera visita a nuestra tierra. Empezaste a las 21:15 horas y exactamente a las 12:15 del martes 11 de diciembre concluiste un show con la memorable y mítica The E Street Band, además de una respetadísima sección de vientos y metales, como de coristas gospel. Lástima que el sonido del Palacio de los Deportes no haya sido el idóneo por las condiciones propias del lugar, pero valió la pena escuchar a cerca de una veintena de músicos tocando para nosotros, respaldándote en todo momento a ti, siendo testigos de una entrega única e irrepetible. Armónicas, violines, un piano, un órgano, poderosas guitarras, bajos, tubas, voces de todas tonalidades, un coctel que sólo se bebe con blues, rock, folk y góspel antes del fin de una era.
Llegaste con un disco nuevo bajo el brazo titulado Wrecking Ball (2012) y una gira que nos informaron terminaría prácticamente en México. Según fuentes fidedignas, se trataba del concierto número 72 de esta intensa gira en la que te han visto más de dos millones 350 mil personas. Nadie olvidará que dijiste cuántos miles de millas recorrieron para llegar por fin a México. Todos recordarán que te aventaste un set musical dedicado a todos los seres queridos que hemos perdido en el camino, de esos que se nos han adelantado, como tu saxofonista, percusionista y corista Clarence Big Man Clemons, fallecido el 18 de junio del 2011 a causa de un derrame cerebral. Vimos al final del concierto esas sentidas imágenes junto a él en esas tres pantallas que sirvieron de soporte durante tu concierto.
Algunos colegas nos dijeron que te vieron en 1985 en Houston tocando por espacio de cuatro horas y media sin interrupciones. Yo les dije que con tres bastaba y sobraba. Cantaste cerca de 30 rolas, todas de una estructura sonora complicada, que parecían simples por la calidad y sencillez con las que fueron interpretadas. Cada una de ellas llevaba el sello de la casa, es decir, alargadas, no tocadas como están grabadas, con improvisaciones, con un vozarrón que aún posees, y sobre todo, que recibiste con singular alegría cada uno de los obsequios que te acercaban los fieles y respetuosos seguidores que se hicieron presentes. Hasta unos calzones masculinos te arrojaron y tú, Bruce Springsteen, recibiste con humor. Te pusiste los sombreros de charro, te dejaste cargar del escenario mayor a uno alterno, justo a la mitad del Palacio de los Deportes para estar más cerca de la raza de bronce. Regalaste besos, abrazos y una armónica. Todo lo que se espera de un grande como tú.
Cuando dijiste que este país te hacía feliz y que sentías la vibra y los espíritus de un pasado milenario, todos nos la creímos, porque fuiste honesto, como toda tu vida. Nadie omitirá la rola “Spirits In The Night” por la forma en que nos mostraste tus sentimientos encontrados por espacio de 15 minutos. Cuando escuchamos “The River”, “Because The Night” (esa que compusiste para Patti Smith y que cantaban a dos voces en las madrugadas en Nueva York y que tuvimos algunos la oportunidad de escuchar en propia voz de la punketa hace medio año en Coyoacán), “She’es The One”, “Glory Days”, “Waitin On A Sunny Day”, “The Rising”, “Born In The USA” (la más conocida de su trayectoria), “Dancing In The Dark”, “The Promised Land”, “Born To Run”, “Darlington County” y tantas más que se quedarán en la memoria de los poco más de 12 mil congratulados asistentes.
Algunos osados pedían rolas en carteles, otros las gritábamos, y muy en el fondo quería “Pink Cadillac” y “Sad Eyes”, cuya letra expresa en parte lo siguiente: “Every day here you come walking/ I hold my tongue, I doin’t do much talking/ You say you’re happy and you’re doin’ fine/ Well go ahead, baby, I got plenty of time/ Sad eyes never lie./ Sad eyes never lie./  Well for a while I’ve been watching  you steady/ Ain’t gona move ‘til you’re good and ready/ You show up and then you shy away/ But I know pretty soon you’ll be walkin’ this way./ Sad eyes never lie./ Sad eyes never lie”. (Cada día vienes caminando/ me callo, yo no hablo mucho/ tú dices que eres feliz y que te va bien/ Bueno pues, sigue adelante, tengo mucho tiempo/ Los ojos tristes nunca mienten./ Los ojos tristes nunca mienten./ Bien, por un rato te he visto estabilizarte,/ no me voy a mover hasta que estés bien y lista./ Llegas y después huyes/ pero sé que muy pronto estarás caminando a mi manera./ Los ojos tristes nunca mienten./ Los ojos tristes nunca mienten…”.
Ahora, sólo espero con ansiedad absoluta la llegada de otro gigante para mi vida, el maese australiano Nick Cave, quien vendrá a México con sus geniales The Bad Seeds, los próximos 18 y 19 de febrero del 2013. Ya no hay boletos para ambas fechas, esperamos que programen un tercer recital, porque de lo contrario muchos nos vamos a meter en serios problemas con la autoridad con la finalidad de ver a un ser necesario en mediocres épocas. ¡Hasta la próxima!

fmorrina@yahoo.com.mx
Twitter: @fmorrina

1 comentario:

  1. Eres fabuloso Bruce!... Ya no te siento como mi estrella, te siento como mi amigo... ¡Nunca te olvidaré! :D

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