lunes, 7 de mayo de 2012

La grandeza musical, sociocultural y política de Patti Smith en el Museo Diego Rivera


Félix Morriña

Cuenta la leyenda que luego de alguna presentación en Nueva York, ya sea de Patti Smith o del Jefe Bruce Springsteen, ambos se veían en algún after show para cantar a dos voces entrado el amanecer una de las rolas más sentidas durante el conciertazo que ofreció la Madrina del Punk la noche del pasado sábado en la edición 28 del fmx-Festival: “Because The Night”. Aún no me explico cómo los cientos de jóvenes veinteañeros alrededor mío cantaban mejor que yo una pieza que es parte de mi vida privada amorosa, hecha cuando yo tenía tan sólo ocho años de edad y que sentí como mía entrada la adolescencia, justo cuando se dio a conocer en México en las estaciones de radio universitarias.
            Me parece importantísimo que no haya brecha generacional en estos momentos, como sí lo hubo cuando nosotros éramos chicos que metían a la cárcel las retrógradas autoridades totalitarias de los años 80 por el simple hecho de ser joven rockero melenudo. Para los cientos de jóvenes que fueron a ver a Patti Smith fue una excelente experiencia y oportunidad, pero para los que nunca pensamos verla en vivo fue algo inexplicablemente increíble, único, difícil de creer. Luego de que ya vimos en concierto al legendario comparsa de la Smith por años, Lou Reed (tanto en el Auditorio Nacional como en el Teatro Metropólitan), necesitábamos esa bellísima dosis de art rock-punk rock.
Para nosotros, los mayores de 40, 50, 60 años y la tercera edad que creció con Patti Smith, fue un ejemplo de grandeza, de que había música de verdad cuando estábamos creciendo y que por fin la pudimos ver en vivo y en directo a los 66 años con excelente salud y nivel artístico, y no sólo eso, tuvimos la oportunidad de convivir con semejante entidad, leyenda comprometida con las causas sociopolíticas, ambientalistas y culturales del mundo. Ella se mostró como cualquiera de nosotros, saludó de mano a las colegas periodistas Rocío Macías y Natalia Cano y les dijo estar encantada en la casa de Frida Kahlo durante la conferencia de prensa.
También visitó la casa donde viviera el legendario escritor beatnik, William Burroughs, ubicada en la calle Zamora de la colonia Roma; donde otro beatnik Jack Kerouac escribiera parte de su poemario Mexico City Blues y parte de la novela Tristessa, ésta última basada en la relación que sostuvo con la prostituta Esperanza, a quien nombra “Tristeza”. Patti Smith caminó por las calles del Distrito Federal, como lo hizo la primera vez que vino a México en 1970, cuando tenía 23 años y tenía la intención de recorrer lo que sus paisanos de la Generación Beat habían hecho. También Patti Smith se vio con otro grande de la música contemporánea, que estuvo todo el concierto del sábado, me refiero al compositor y pianista inglés Michael Nyman, con quien se vio posteriormente. Sé de buena fuente que Patti estará en varios bares y espacios culturales hasta poco antes de que termine el fmf-Festival, así que en una de esas hasta otro trago nos ponemos.
La velada del 5 de mayo (celebración de la Batalla de Puebla sobre el Ejército francés), los más de cinco mil asistentes al Museo Diego Rivera-Anahuacalli de Coyoacán cantaron la rola de 1978, incluida en su disco Easter, “Because The Night” a todo pulmón, al grado que este interlocutor no pudo contener lágrimas al entonar esa estrofa fundamental: “Come on now try and understand/ The way I feel when I’m in your hands/ Take my hand come undercover/ They can’t hurt you now/ Because the night belongs to lovers/ Because the night belongs to us/ Because the night belongs to lovers/ Because the night belongs to us”. Pero no sólo fue esa rola la que terminó por situarme en el mundo etéreo, sino también la furiosa “Rock ‘N’ Roll Nigger”, en la que todos bailaron sobre su propio eje, porque los bien portados que se dieron cita en el recinto cultural que fuera de Diego Rivera, no hicieron slam y se comportaron a la altura de la pleitesía.
Para cuando Patti Smith interpretó “Gloria” del maese Van Morrison y que bosquejara The Doors, la raza de bronce estaba enloquecida, al grado de que hasta la Luna anunciada como la más grande del 2012 se hizo presente en los momentos clave del concierto. Cada rola interpretada por Smith, el legendario guitarrista Lenny Kaye (que le acompaña por doquier desde la década de los años 70), el seis cuerdas Jack Petruzelli, el bajista Tony Shanahan y el baterista Jay Dee Daugherty, llevaba un mensaje especial, como las dedicadas a Diego Rivera y Frida Kahlo, Roberto Bolaño, a los periodistas asesinados en Veracruz, a las víctimas del crimen organizado, al cuidado del medio ambiente (cosa que los jóvenes no entendieron y dejaron su basura sobre el patio del Museo Diego Rivera-Anahuacalli), a la Madre Tierra-Pacha Mama, a sus amigos muertos, a la preservación de nuestra cultura, a la memorable banda Television, donde era integrante Tom Verlaine y por supuesto dedicó una rola a Adam Yauch, el maestrazo recién fallecido de la magnífica banda Beastie Boys.
Durante dos horas escuchamos, entra otras tantas, “People Have The Power”, “Dancing Barefoot”, la potentísima “Space Monkey”, “Redondo Beach”, “Ghost Dance”, “Peaceable Kingdom”, “Free Money” y “Wing”, para que en voz de la propia Patti Smtih gritara: “I feel free en Mexico city” y nos encomendara ser libres y felices hasta el resto de nuestros días. La iluminación, como el sistema de sonido no tuvieron madre; así como el apoyo visual de dos pantallas que reflejaban hasta las lágrimas de la andrógina Patti Smith, quien salió enfundada en un pantalón de mezclilla, botas punks desabrochadas, camiseta blanca con un logo vanguardista, un chalequito negro y su saco de igual color. No hubo necesidad de parafernalia escénica, sólo hubo punk rock-art rock.
Cabe destacar que el grupo telonero fue Saint Maybe, una banda escogida especialmente para abrir la gira de Patti Smith y que según el carnalazo cantautor Rafael Catana tocó de maravilla un día antes en el foro Alicia (que pronto cerrará sus puertas desafortunadamente por razones sociopolíticas), pero el primer sábado de mayo de este año la agrupación no fue apreciada como debía por el público, al grado de que algunos comentaron que las rolas cabareteras de Cab Calloway, “Minnie The Moocher” y “St. James Infirmary”, que fueron puestas por el ingeniero de sonido para disfrutar el cambio de escenario sonaron mucho mejor que las rolas de la banda telonera.
Este interlocutor no pudo apreciarlas porque hacía fila para comprar chelas y hasta esa carpa no se escuchaba nada bien. Cuando ya estuve con Catana, me dijo que el grupo será leyenda en unos años y que el morenazo baterista fue músico de Bob Dylan, uno de los maestros que no habrá que perderse el próximo viernes 11 de mayo en el Pepsi Center del WTC del Distrito Federal. Si otra cosa no sucede, ahí nos vemos, pero antes una reverencia de toda una vida para Patti Smith. ¡Gracias!

Twitter: @fmorrina

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