Félix Morriña
Como muchos saben, se le llamó rock progresivo al rock
sinfónico a finales de los años 60, cuando los excelsos músicos y los exigentes
melómanos no toleraban la sonoridad imperante y marcada por el registro de los tres
minutos de duración en las estaciones de radio comerciales. Los educados en conservatorios
no estaban dispuestos a obedecer ese patrón impuesto por las transnacionales,
por lo que decidieron dar paso a una música compleja, súper estructurada, pretenciosamente
“irrepetible” para los domesticados oídos de una audiencia que también estaba esperando
un cambio en las estructuras de la música contemporánea.
De esta
manera nació el rock progresivo en Inglaterra y secundado en Italia, Francia,
Alemania y los Países Bajos. A Estados Unidos llegaría muchos años más tarde,
una vez que el rock progresivo tuve su mejor auge y ocaso en las naciones
mencionadas e influenció a las nuevas generaciones de melómanos del vecino país
del norte. Mucho se ha escrito sobre este género del extenso árbol genealógico
del rock, al grado de tener presente a la música clásica hecha por Béla Bartók,
Claude Debussy e Ígor Stravinski, quienes influenciaron de manera determinante
a los compositores de rock progresivo porque eran unos rebeldes empedernidos y
avanzados en su época.
La
mayoría tiene presente que las composiciones de las bandas de rock progresivo
duran más de cinco minutos e incluso hay sesiones de hasta poco menos de media
hora, lo que quiere decir que tuvo que difundirse y distribuirse de una manera
distinta en el mercado subterráneo, pero lo mejor de todo es que se realizaban
festivales internacionales para dar a conocer los productos grabados por atrevidas
disqueras que poco a poco se fueron posicionando y teniendo una audiencia
selecta y conocedora.
También las radios
universitarias del primer mundo apoyaron este movimiento, promocionándolo de
igual manera que la ópera, porque las piezas del rock progresivo tenían una
historia literaria detrás como el bel canto, un largo anecdotario de sucesos
basados en una obra planificada y proyectada para pensarse, viajarse por tiempos
indefinidos. Muchas veces creíamos que la música del rock progresivo se trataba
de una obra fílmica propia, porque cada quien se concentraba en las partituras concretas
y recreaba su propia película.
Otra de las cosas destacables
del rock progresivo eran las obras de arte que mostraban las portadas de los
discos de vinil de 33 RPM (Revoluciones Por Minuto). Si alguien no conocía al
grupo o desconocía el contenido del nuevo disco de su grupo favorito, lo
primero que hacías era evaluar la portada y por la misma terminabas comprando
el material discográfico. Había que arriesgarse e invertir buena parte de la
quincena en un disco de procedencia extranjera. Los mejores discos, álbumes
dobles o triples, venían de Europa.
Cabe destacar que en los años
70 en México no había manera de saber mucho del rock progresivo porque no había
información especializada como ahora, salvo viajaras seguido al extranjero o
supieras muy bien inglés y tradujeras las pocas revistas que aterrizaban en tus
manos. Por eso ahora, con buena información e ingresos se puede tener una
discreta colección de rock progresivo en el viejo formato de vinil o bien en
disco compacto para darle continuidad al conocimiento y proporcionárselos a las
nuevas generaciones, porque el rock progresivo debe seguir influenciando y
renovándose constantemente, pese a que ya no es el género imperante, ni el más vendible.
Y para que usted amable lector
se compenetre con lo mejor del rock progresivo si no ha escuchado lo
suficiente, le recomiendo ampliamente Progressive
Rock Trilogy (Music Brokers, 2010), una compilación de 45 temas debidamente
remasterizados con las bandas más representativas del género que hiciera famoso
Yes, Premiata Forneria Marconi, Jethro Tull, Family, Rick Wakeman, King
Crimson, Procul Harum, Tomorrow, Atomic Rooster, Moody Blues, Vanilla Fudge,
Caravan, Sof Machine, Gong, Can, Tangerime Dream, Peter Sinfield, Carmen, Banco
Del Mutuo Soccorso, Third Ear Band, Brand X y Asia, entre otros.
Sin duda, usted se preguntará
por qué en esta lista no aparece Pink Floyd, la respuesta es sencilla, porque
los temas “Run Like Hell” y “The Great Gig In The Sky”, ambos de David Gilmour
y familia, los interpretan Keith Emerson y Dweezil Zappa (hijo del tatita Frank
Zappa) y Steve Howe y Rick Wakeman, respectivamente. Es decir, miembros de Yes
haciendo honores a Pink Floyd. Esta trilogía musical, este boxset contiene además un cuadernillo con un estudio realizado por
Marcelo Montolivo con una obra pictórica de Ciruelo, misma que es la portada de
la trilogía, muy propia del concepto del rock progresivo.
No queda más que invitarlo a
pasarse más de tres horas escuchando excelsa, complicada e histórica música que
marcara un hito en el rock posterior a la década de los años 70 hasta entrada
la década de los años 80. ¡Disfrútela!
Twitter:
@fmorrina
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