martes, 1 de mayo de 2012

El activismo social de Roger Waters derriba muros mentales en México


Félix Morriña

De todos es conocido el activismo sociopolítico y cultural del otrora líder de Pink Floyd, Roger Waters. Desde sus años de juventud, el cantautor ha sido analista de todos los movimientos sociales contra el sistema capitalista opresor, así como crítico de todo gobierno que atente contra la libertad de los habitantes, así como de la libertad de ideas, de expresión periodística y del libre albeldrío. Todo eso lo pudimos constatar de nueva cuenta el último fin de semana de abril, cuando Roger Waters ofreció dos conciertos masivos en el Foro Sol de la Ciudad de México, como parte de su internacional gira The Wall Live 2012, en el que interpretó el contenido de dicho álbum doble.
            Fue el viernes 27 y sábado 28 de abril cuando el lánguido y veterano cantante, bajista, guitarrista y productor ofreció dos encuentros con 60 mil personas por día en la capital del país con toda la magna producción de este disco emblemático en la historia de la música contemporánea, que logró reunir tanto a la generación que creció con Pink Floyd, como a los herederos natos de una forma de ver al mundo con las consecuencias de los cambios radicales en la geopolítica internacional. Cada vez que uno escucha la producción hecha en 1979 por Bob Ezrin, David Gilmour y Roger Waters, y ve la posterior película Pink Floyd, The Wall de Alan Parker de 1982, no queda más que asumir que esta majestuosa obra es cada día más vigente y se adapta con facilidad a las circunstancias de cualquier país del mundo.
            Apenas en diciembre pasado tuvimos la oportunidad de ver The Wall en el Palacio de los Deportes adaptada al espacio cerrado para 20 mil personas. Sin duda ese concierto por demás intimista, dejó a todos con las ganas de verla mejorada y con todos los detalles que uno vio en la película hace muchos años en la vieja Cineteca Nacional (ahora la están remodelando para dejarla de “Primer Mundo”). Esta nueva oportunidad se dio para este interlocutor el sábado 28 de abril, donde el inmenso escenario, con una pared de 155 metros de longitud; un grupo de músicos de primerísimo nivel; un coro de infantes mexicanos y toda la parafernalia escénica, incluido un cerdo emblemático de esta gira, que terminó por ser devorado (arrancado en pedazos) por la multitud, y el profesor que recrimina y somete al estudiantado a través de sus propios traumas, lograron que todos asumieran haber presenciado el más histórico de los conciertos celebrados en México.
            Cuando vimos a Pink Floyd en 1994, tendiendo como líder al guitarrista David Gilmour, pensamos que ese había sido el mejor concierto de la historia en nuestro país, pero luego de tantos años y muchos conciertos, llegamos a la conclusión que este encuentro masivo nos deja la tremenda tarea de volver a estudiarlo desde la semántica, semiótica y la semiología, además debemos agradecerle a Roger Waters haber recibido a una comitiva del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que dirige el poeta Javier Sicilia (quien no estuvo presente porque está en Estados Unidos preparando las marchas allá), previo al primer concierto del viernes, en el que le solicitaron difundiera el contenido de una carta, con un mensaje que difunde el sentir de las víctimas de la violencia intensificada en México a manos del crimen organizado y del posicionamiento del gobierno del presidente Felipe Calderón Hinojosa.
            “Somos un Movimiento que surgió el año pasado como respuesta a la violencia generalizada en nuestro país y generada por las políticas de combate contra las drogas y los cárteles del narcotráfico. Las 60 mil muertes, las 10 mil desapariciones, así como los 160 mil desplazamientos en tan sólo seis años, es una tragedia causada directamente por una política de seguridad equivocada. Además de que menos del dos por ciento de los crímenes se investigan y resuelven”, acota el documento que llegó a manos de Roger Waters y que dio a conocer en los dos conciertos a una multitud que también reprocha y reprueba las acciones emprendidas por el empecinado presidente de esta nación, cada vez más vejada y en caída libre al desastre total.
            El documento agrega además que se trata de un ladrillo blanco, como el que utiliza Waters en una inmensa pared que representa, entre otras tantas cosas, un muro de lamentos, un muro que separa naciones, moral, idiosincrasias, humanos. Un muro que debe caer para deshacernos del miedo en el que está sometido México y se dé el paso a una nueva esperanza de vida, de armonía social. “Le entregamos (a Waters) este ladrillo blanco como símbolo de la construcción de la paz para derribar los muros de la violencia, lleve el mensaje de esperanza de todas las víctimas de México”, señala el ladrillo blanco de México.
            Imagínome que la foto de Roger Waters con el letrero de “Sí a la Ley General de Víctimas” quedará en la memoria de miles de mexicanos, por el apoyo a esa legislación aprobada en días pasados por el Senado de la República, en la que se busca que la sociedad afectada tenga el derecho de conocer la verdad histórica de los hechos y en la que se buscará las medidas para sanar el honor, la dignidad, el sufrimiento y la humanidad de las víctimas, tanto vivas como muertas, así como también el dolor sufrido por sus familiares. Muchos se quedaron con un nudo en la garganta, incluyendo a este columnista, cuando Roger Waters dedicó en un español muy entendible los conciertos a todas las víctimas del crimen organizado:
            “Queremos dedicar este concierto a todos los niños que están con nosotros, a todos los que han desaparecido por esto que llaman ‘Guerra del Narco’, y también a todas las mujeres y niñas de Juárez. Nos unimos a la pena de su ausencia. ¿Dónde están? ¿Dónde está nuestro amor ahora?”, para luego estallar el júbilo de 60 mil personas por noche. Sin duda, nadie quiere aparecer en foto en ese larguísimo muro de The Wall, donde están todas las personas que han caído en combate o en daños colaterales a lo largo de la existencia de las guerras en el mundo. Verlos ahí es un lindo homenaje, pero también un inútil recuerdo si no se hace justicia. ¡Gracias maestro, creo que hasta aquí llegamos con Roger Waters! ¡Gracias por aquél primer concierto en el Foro Sol hace años cuando veniste a recordarnos el contenido de Dark Side Of The Moon y ahora con The Wall! ¡Hasta siempre, hijo del lado oscuro de la Luna!

Twitter: @fmorrina

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