Félix Morriña
Cuenta la leyenda que luego de alguna presentación en
Nueva York, ya sea de Patti Smith o del Jefe
Bruce Springsteen, ambos se veían en algún after
show para cantar a dos voces entrado el amanecer una de las rolas más
sentidas durante el conciertazo que ofreció la Madrina del Punk la noche del pasado sábado en la edición 28 del
fmx-Festival: “Because The Night”. Aún no me explico cómo los cientos de
jóvenes veinteañeros alrededor mío cantaban mejor que yo una pieza que es parte
de mi vida privada amorosa, hecha cuando yo tenía tan sólo ocho años de edad y
que sentí como mía entrada la adolescencia, justo cuando se dio a conocer en México
en las estaciones de radio universitarias.
Me
parece importantísimo que no haya brecha generacional en estos momentos, como
sí lo hubo cuando nosotros éramos chicos que metían a la cárcel las retrógradas
autoridades totalitarias de los años 80 por el simple hecho de ser joven
rockero melenudo. Para los cientos de jóvenes que fueron a ver a Patti Smith
fue una excelente experiencia y oportunidad, pero para los que nunca pensamos
verla en vivo fue algo inexplicablemente increíble, único, difícil de creer. Luego
de que ya vimos en concierto al legendario comparsa de la Smith por años, Lou
Reed (tanto en el Auditorio Nacional como en el Teatro Metropólitan),
necesitábamos esa bellísima dosis de art rock-punk rock.
Para nosotros, los mayores de
40, 50, 60 años y la tercera edad que creció con Patti Smith, fue un ejemplo de
grandeza, de que había música de verdad cuando estábamos creciendo y que por
fin la pudimos ver en vivo y en directo a los 66 años con excelente salud y
nivel artístico, y no sólo eso, tuvimos la oportunidad de convivir con
semejante entidad, leyenda comprometida con las causas sociopolíticas,
ambientalistas y culturales del mundo. Ella se mostró como cualquiera de
nosotros, saludó de mano a las colegas periodistas Rocío Macías y Natalia Cano
y les dijo estar encantada en la casa de Frida Kahlo durante la conferencia de
prensa.
También visitó la casa donde
viviera el legendario escritor beatnik,
William Burroughs, ubicada en la calle Zamora de la colonia Roma; donde otro beatnik Jack Kerouac escribiera parte de
su poemario Mexico City Blues y parte
de la novela Tristessa, ésta última
basada en la relación que sostuvo con la prostituta Esperanza, a quien nombra “Tristeza”.
Patti Smith caminó por las calles del Distrito Federal, como lo hizo la primera
vez que vino a México en 1970, cuando tenía 23 años y tenía la intención de recorrer
lo que sus paisanos de la Generación Beat habían hecho. También Patti Smith se
vio con otro grande de la música contemporánea, que estuvo todo el concierto
del sábado, me refiero al compositor y pianista inglés Michael Nyman, con quien
se vio posteriormente. Sé de buena fuente que Patti estará en varios bares y
espacios culturales hasta poco antes de que termine el fmf-Festival, así que en
una de esas hasta otro trago nos ponemos.
La velada del 5 de mayo
(celebración de la Batalla de Puebla sobre el Ejército francés), los más de
cinco mil asistentes al Museo Diego Rivera-Anahuacalli de Coyoacán cantaron la rola
de 1978, incluida en su disco Easter,
“Because The Night” a todo pulmón, al grado que este interlocutor no pudo
contener lágrimas al entonar esa estrofa fundamental: “Come on now try and
understand/ The way I feel when I’m in your hands/ Take my hand come
undercover/ They can’t hurt you now/ Because the night belongs to lovers/
Because the night belongs to us/ Because the night belongs to lovers/ Because
the night belongs to us”. Pero no sólo fue esa rola la que terminó por
situarme en el mundo etéreo, sino también la furiosa “Rock ‘N’ Roll Nigger”, en
la que todos bailaron sobre su propio eje, porque los bien portados que se
dieron cita en el recinto cultural que fuera de Diego Rivera, no hicieron slam y se comportaron a la altura de la
pleitesía.
Para
cuando Patti Smith interpretó “Gloria” del maese Van Morrison y que bosquejara
The Doors, la raza de bronce estaba enloquecida, al grado de que hasta la Luna
anunciada como la más grande del 2012 se hizo presente en los momentos clave
del concierto. Cada rola interpretada por Smith, el legendario guitarrista
Lenny Kaye (que le acompaña por doquier desde la década de los años 70), el
seis cuerdas Jack Petruzelli, el bajista Tony Shanahan y el baterista Jay Dee
Daugherty, llevaba un mensaje especial, como las dedicadas a Diego Rivera y
Frida Kahlo, Roberto Bolaño, a los periodistas asesinados en Veracruz, a las
víctimas del crimen organizado, al cuidado del medio ambiente (cosa que los
jóvenes no entendieron y dejaron su basura sobre el patio del Museo Diego
Rivera-Anahuacalli), a la Madre Tierra-Pacha Mama, a sus amigos muertos, a la preservación
de nuestra cultura, a la memorable banda Television, donde era integrante Tom
Verlaine y por supuesto dedicó una rola a Adam Yauch, el maestrazo recién
fallecido de la magnífica banda Beastie Boys.
Durante
dos horas escuchamos, entra otras tantas, “People Have The Power”, “Dancing
Barefoot”, la potentísima “Space Monkey”, “Redondo Beach”, “Ghost Dance”, “Peaceable
Kingdom”, “Free Money” y “Wing”, para que en voz de la propia Patti Smtih
gritara: “I feel free en Mexico city” y nos encomendara ser libres y felices
hasta el resto de nuestros días. La iluminación, como el sistema de sonido no
tuvieron madre; así como el apoyo visual de dos pantallas que reflejaban hasta
las lágrimas de la andrógina Patti Smith, quien salió enfundada en un pantalón
de mezclilla, botas punks desabrochadas, camiseta blanca con un logo
vanguardista, un chalequito negro y su saco de igual color. No hubo necesidad
de parafernalia escénica, sólo hubo punk rock-art rock.
Cabe
destacar que el grupo telonero fue Saint Maybe, una banda escogida
especialmente para abrir la gira de Patti Smith y que según el carnalazo
cantautor Rafael Catana tocó de maravilla un día antes en el foro Alicia (que
pronto cerrará sus puertas desafortunadamente por razones sociopolíticas), pero
el primer sábado de mayo de este año la agrupación no fue apreciada como debía
por el público, al grado de que algunos comentaron que las rolas cabareteras de
Cab Calloway, “Minnie The Moocher” y “St. James Infirmary”, que fueron puestas por
el ingeniero de sonido para disfrutar el cambio de escenario sonaron mucho
mejor que las rolas de la banda telonera.
Este
interlocutor no pudo apreciarlas porque hacía fila para comprar chelas y hasta
esa carpa no se escuchaba nada bien. Cuando ya estuve con Catana, me dijo que
el grupo será leyenda en unos años y que el morenazo baterista fue músico de
Bob Dylan, uno de los maestros que no habrá que perderse el próximo viernes 11
de mayo en el Pepsi Center del WTC del Distrito Federal. Si otra cosa no
sucede, ahí nos vemos, pero antes una reverencia de toda una vida para Patti
Smith. ¡Gracias!
Twitter: @fmorrina
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