Félix Morriña
Por espacio de cinco días en Ixmiquilpan, Hidalgo (del 10
al 14 de abril), se llevó a cabo el Primer Festival Internacional de Culturas
Indígenas, en el que sólo faltó la programación literaria para que fuera un
encuentro redondo, cien por ciento plausible, pese a los vaivenes en la
producción y logística, que se pueden tolerar por ser un esfuerzo loable con
tan sólo tres meses de planeación por la administración del alcalde panista
Cipriano Charrez Pedraza, en la que el objetivo es institucionalizar de manera
anual este festival más allá de su trienio en pro de defender y difundir a las
64 lenguas indígenas existentes en territorio nacional, a partir de la etnia
otomí.
El munícipe
de origen otomí, el ingeniero agrónomo de profesión por la Universidad de
Chapingo, con una maestría en Economía hecha en Europa y un posgrado en la
materia en Rusia, Cipriano Charrez Pedraza, logró persuadir a los otros dos niveles
de gobierno (estatal y federal) para concretar este añorado esfuerzo que resume
su lucha social indígena de más de una década. El presidente municipal tomó
posesión a mediados del pasado mes de enero y de inmediato puso a toda la
administración a preparar lo que ahora es una realidad: Un Festival
Internacional que intente en la medida de lo posible cohesionar a la mayoría de
los grupos indígenas de México para evitar su exterminio y a participar de
manera activa en la organización, como también invitar a los demás grupos
étnicos de Latinoamérica y después de otros continentes.
Con tan
sólo cinco millones de pesos, Cipriano Charrez Pedraza logró un encuentro
envidiable para muchos organizadores de festivales masivos al aire libre y de
manera gratuita, en la que participaron Radaid de Guadalajara, El Colectivo
Nortec de Tijuana, Sonidero Mestizo (el nuevo y propositivo proyecto de Rocco,
el otrora cantante de La Maldita Vecindad y Los Hijos del Quinto Patio), Lluvia
de Palos, Petrona Martínez de Colombia, Mariana Carrizo de Argentina, Guillermo
Velázquez y Los Leones de la Sierra de Xichú, Uchpa de Perú, Antidoping y
danzas de grupos pertenecientes a la Comisión Nacional para el Desarrollo de
los Pueblos Indígenas de Chichuahua, Puebla, Michoacán, Oaxaca y por supuesto
del estado anfitrión, Hidalgo.
Aparte
de estos grupos que atraen multitudes, hubo un encuentro de cine indígena en la
que estuvieron presentes una parte representativa de la comunidad
cinematográfica nacional como es Gerardo Taracena, Noé Hernández, el maestro
Antonio Monroi, Lilia Mendoza, José Carlos Montes-Roldán, el director de la
mítica película Retorno Aztlán, Juan
Mora; entre otros, quienes se hicieron presentes en la Alfombra Roja en el
Teatro Hidalgo de Ixmiquilpan, donde se proyectaron cortometrajes y una
selección de películas con el corte indígena, la migración y proezas de las
distintas etnias que pueblan nuestra nación, como es el caso del filme Espiral del cineasta Jorge Pérez Solano,
en el que se refleja la lucha de un grupo de mujeres por sobrevivir en un
poblado oaxaqueño en el que no quedan hombres para labrar la tierra y son ellas
las que tienen que llevar las riendas de las familias.
Tanto
Jorge Pérez Solano, como el maestro Juan Mora, tuvieron interacciones con el
público de Ixmiquilpan, quienes ansiosos preguntaban cómo desarrollaron sus
proyectos, en especial el de Retorno a
Aztlán, porque fue filmado en este municipio hidalguense hace 22 años,
cuando todo era muy diferente y las condiciones para rodar eran otras a las que
se emplean en la actualidad. Para que se den una idea queridos lectores, les
recomiendo consigan esta película en formato DVD, en donde hay una larga
entrevista con Juan Mora sobre todo el contexto de la película, misma que ya
fue reseñada en este espacio periodístico (consultar blogspot). También deben
ver los cortometrajes Takei kna, Lupano Leyva, Tres cantos, Dentro de uno
y Carretera del norte, para entender
más lo que viven nuestros hermanos indígenas y dejar de lado por un momento la
cotidianeidad en la que estamos inmersos y no vemos lo que hay más allá de
nuestras narices.
Otra de
las cosas destacables en este Primer Festival Internacional de Culturas
Indígenas de Ixmiquilpan, Hidalgo, es que está organizado por la comunidad indígena
otomí en conjunto con la presidencia municipal. En este municipio de 150
comunidades, se habla el otomí en un 95 por ciento, por lo que son
prácticamente comunidades bilingües otomí-español. Ellos tienen muy presente el
hecho de no perder su lengua, ni su origen, pero tampoco cerrarse en su
cosmovisión e idiosincrasia, saben que la tecnología y el capitalismo brutal
los ha alcanzado con todo y desempleo y marginación, por lo que se adaptan e
integran. En ese sentido, la comunidad otomí de Hidalgo es un ejemplo a seguir
por sus pares de Puebla y sobre todo del Valle de Toluca, en especial de
Ocoyoacac, una zona donde no han progresado los pueblos otomíes como podrían
hacerlo, teniendo como principal aliado el bello bosque de La Marquesa.
En Ixmiquilpan sólo hay aridez con
balnearios de aguas termales a comparación de Ocoyoacac que posee grandes
extensiones de bosque, con una infraestructura envidiable, pero mal
aprovechada, gracias a los abusadores de la tierra y demás recursos naturales.
Ixmiquilpan tiene comunidades bien organizadas, preparadas, inteligentes y
sobre todo participativas social y políticamente hablando. En ese municipio
enclavado en el Valle del Mezquital (a una hora de Pachuca en coche) se
construirá en la presente administración una Universidad Intercultural,
parecida a la que se tiene en el estado de México. Ojalá exista la oportunidad
de generar intercambios académicos y de corte social en breve. El alcalde
Cipriano Charrez Pedraza está dispuesto hacer ese encuentro más allá de colores
partidistas. Esperemos la respuesta de las próximas autoridades municipales que
entrarán en funciones en enero del 2013, porque las que se quedaron a cubrir
espaldas no creo estén dispuesta a invertir en este rubro tan importante como
es la cultura. Hasta la próxima.
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