Félix Morriña
Después
de haberlo visto en el Palacio de los Deportes teniendo como corista a Sinead O’Connor,
posteriormente en el Auditorio Nacional con sobrepeso, barba blanca y la
tranquilidad propia de un artista cincuentón que continúa en progreso creativo,
para años después llegar al Foro Sol para ofrecer un majestuoso concierto con
toda la parafernalia escénica que le conocemos y la experiencia de un maestro
en todo el sentido de la palabra, cualquiera se hubiera dado por bien servido.
Luego de esas tres visitas, Peter Gabriel no podía dejar de sorprendernos a los
61 años de edad y en esta ocasión, la noche del pasado miércoles 23 de
noviembre, se presentó con orquesta en el Auditorio Nacional para dar a conocer
el contenido de su reciente obra New Blood. Live In London.
Este material discográfico en DVD, 3D y Blue-Ray contiene el recital ofrecido en
marzo de este año en el Teatro Hammersmith Apollo de Londres, en donde le
acompañó una orquesta compuesta por 46 músicos, más su hija Melanie como corista.
Parte del contenido de esta obra incluye las rolas del disco Scrath My Back (2010) y los éxitos que
le conocemos a Peter Gabriel. Para cuando salga esta publicación, el músico
inglés ofreció un concierto más en el recinto de Reforma y Campo Marte de la capital
del país el día jueves y dará uno más este sábado 26 de noviembre en el
Auditorio Telmex de Guadalajara, Jalisco.
Para la presentación en el Auditorio Nacional, el
compositor de “Wallflower”, “The Boy In The Bubble”, “Apres Moi”, “The Drop”,
“Washing Of The Water”, “Darkness” y “The Book Of Love”, entre muchos otros
temas de relevancia, se hizo acompañar de dos esbeltas y bellas coristas que cantaron
un tema cada una para ser el preámbulo necesario al recital de más de dos horas
de duración, en el que interpretó exactamente 18 temas ante 10 mil personas que
le caben al foro capitalino. La orquesta compuesta por músicos ingleses y
mexicanos en igual proporción, hicieron un concierto redondo, en el que no
faltaba nada y no hubo falla técnica alguna. Fue un recital preciso, exacto,
impecable e inolvidable.
La música fue apoyada por tres pantallas, dos ubicadas en
los costados del escenario plasmando en blanco y negro lo que sucedía en el
entarimado y una gigantesca pantalla al centro que reflejaba imágenes
multicolores que ornamentaban el recital. Había tres pantallas extras en el
fondo del escenario que reforzaban el concepto escénico para esta gira. La
iluminación estuvo ad hoc y todos los
músicos que acompañaron al maestro, junto con su director de orquesta, lucieron
todos por igual al unísono con Peter Gabriel.
Un dato importantísimo, es que el maestro habló todo el
tiempo con su fiel público en muy buen español. Incluso jugó con las palabras y
respetó al idioma de Cervantes, como respeta todos los días el de Shakespeare. La
velada inició con un sentido y merecido homenaje a otro maestro inglés, David
Bowie, con la canción “Heroes”, con la cual estoy seguro que El Delgado Duque Blanco quedó
estupefacto al oírla por vez primera. Le siguió una pieza que habla de la
tortura en distintas manifestaciones titulada “Wallflowers”.
Para la tercera pieza, “Intruder”, la New Blood Orchestra dio
muestras de su capacidad y coordinación, al grado de sentirse por espacio de
siete minutos, pasadas las nueve de la noche, un grado de introspección que
provoca el delirio de persecución. Las imágenes respondían cabalmente al relato
de un ente que se introduce en tu vida hasta el límite. Enseguida llegó una
pieza memorable sobre la vida de un joven apache que inició sus míticas enseñanzas
ancestrales a los 14 años de edad en una montaña, donde le atacara una
serpiente cascabel. Seguro recordarán que se trata de “San Jacinto”.
Llegó el momento de los aplausos con “Secret World” y todos
pensamos que a partir de ese momento sería completa fiesta orquestal, pero no,
después de este tema, le siguió uno muy conmovedor, “Father, Son”, dedicado a
su padre de casi 100 años de edad, cuyo video en blanco y negro apareció enmudeciendo
a la audiencia porque ambos caminaban lerdo en una campiña inglesa. En “Signal
To Noise”, Gabriel contó la historia de una niña africana que contestó a la
pregunta de “¿Qué se requiere para transformar al mundo?”. Ella propone que “un
celular bien puede ayudar en mucho, porque a través de las redes sociales las
sociedades y los individuos pueden expresar su sentir y con ello modificar el
comportamiento humano”. Una pieza muy positiva si se aplicara correctamente,
pero el mundo no es así.
Cuando Peter Gabriel cantó “Digging In The Dirt” y “Mercy
Street”, mi corpus no pudo evitar una extraña sensación, entre bienestar y
extrema melancolía, porque estas son dos de las mejores canciones del maestro, otrora
líder de la banda Genesis y compositor de discos en plan solista como So (1986), Passion: Music For The Last Temptation Of Chris (1989), Shaking The Tree (1990), Us (1992) y Secret World Live (1994), entre otros memorables. Luego de este
proceso, Gabriel contó la anécdota personal del siquiatra suizo Carl Jung cuando
en un viaje a Sudán quedó en trance con la música tribal en la canción “Rhythm
Of The Heat”. Toda una experiencia inolvidable.
La parte final del recital quedó compuesta por “Red Rain”, la
genial “Solsbury Hill”, la activista “Biko” (con la que se homenajeó al líder
sudafricano que lleva ese nombre y donde pidió al público que cantara con el
puño en alto, teniendo una respuesta favorable, pero carente de energía vocal y
compromiso social); la sentida “In Your Eyes” y la que no me hace doblar las rodillas
todos los días “Don’t Give Up”. Me queda claro que esta canción jamás será
superada en coros por las nuevas coristas de Peter, porque los que escuchamos
la versión original con la bellísima Kate Bush hace muchos años, quedamos
prendados de ella.
Finalmente, Peter Gabriel nos mandó a dormir con “The Nest That
Sailed The Sky” con una orquestación de primerísimo nivel. Queda claro que en
todas estas canciones, interpretadas de las 20:30 a las 21:00 horas, mister
Peter Gabriel contó cada detalle del contexto para crearlas, pero sin duda,
cada uno de los seguidores del cantautor británico tiene su propia película y
viviremos con ella el resto de nuestras vidas. En lo personal, puedo presumir largo
tiempo haber estado con Peter Gabriel en el Auditorio Nacional, la noche del 23
de noviembre, tres días después de haber cumplido un año más de existencia.
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