Félix Morriña
La larga y calurosa espera valió la pena. El Flaco no defraudó a los más de cuatro mil asistentes a su concierto de Valle de Bravo dentro del Festival de las Almas, la noche del pasado miércoles 2 de noviembre en la Alameda Bicentenario. Sus más fieles seguidores se aposentaron en la entrada del espacio al aire libre, ubicado a una cuadra del lago del turístico municipio, desde las nueve de la mañana para tener uno de los mejores lugares para presenciar el recital de uno de los más grandes cronistas musicales de la vida nocturna ibérica, considerado por muchos como un poeta practicante de cantante o un cantante con sangre de vate.
Valió la pena compartir con la banda los líquidos etílicos, sudores, mareos y hambre, con tal de saber el sentir de la gente sobre la salud de Joaquín Sabina, quien poco a poco se ha recuperado de los achaques propios de un ente que vive al extremo y que sus neuronas no han menguado. La raza, proveniente de varios municipios de la entidad mexiquense, en especial de Metepec, rememoraba anécdotas del cantautor español, sobre todo esa donde Sabina cerró una de las ediciones del Festival Internacional Cervantino (FIC) en Guanajuato, durante la gira del disco Yo, mi, me, contigo. En aquella ocasión, El Flaco dejó perpleja a la concurrencia que se dio cita en la Alhóndiga de Granaditas.
Fueron varias las anécdotas contadas bajo el inclemente sol de Valle de Bravo a las dos de la tarde, pero sin mayor queja del público que agrandaba la fila hasta rodear el foro donde hace un año se presentó el exquisto cantautor argentino Fito Páez, también dentro del Festival de las Almas. Recordaron cuando se presentó en el Teatro Morelos de Toluca, las veces que lo ha hecho en el Auditorio Nacional (donde por cierto inicará una serie de presentaciones este viernes 4 de noviembre) y sobre todo las veces que se excedía en los bares de Coyoacán y del famosísimo Tenampa de Garibaldi, justo donde compuso José Alfredo Jiménez muchas de sus mejores canciones al lado de su amiga Chavela Vargas, iconos a seguir por Sabina.
A las 18 horas, los nerviosos organizadores del Festival de las Almas, entre ellos, el director general del Instituto Mexiquense de Cultura (IMC), Agustín Gasca Pliego, dio la autorización para dar acceso al público, luego de supervisar los últimos detalles del recital gratuito de Sabina junto a su equipo de trabajo. No hubo contratiempos, ni desmanes, pese a que faltaron sanitarios y botes de basura para dejar los envases de cerveza y agua consumidos a lo largo de 10 horas de espera por el respetable. La gente se comportó a la altura de las expectativas. Todo salió a pedir de boca.
El público para Sabina, como el del grupo mexicano Zoé, quien se presentó en el jardín central de Valle de Bravo, casi a la misma hora que Joaquín Ramón Martínez Sabina, nombre real del nacido en Ubeda hace 62 años, hicieron suyos los espacios y ejercieron su derecho a la libre expresión. Al recital del compositor de “Medias negras”, “Aves de paso”, “Peor para el sol”, “Bulevard de los sueños rotos”, “Llueve sobre mojado”, “Y sin embargo”, “19 días y 500 noches” y “Princesa” (todas cantadas durante la velada vallesana), llegaron artistas participantes al Festival de las Almas, como la senegalesa María de Barros, como también autoridades de los tres niveles de gobierno, entre ellas, la alcalde de Metepec, Ana Lilia Herrera Anzaldo.
A la munícipe priísta le dije que si ella hubiera contratado a Joaquín Sabina y se hubiese concretado el concierto de Miguel Ríos, que tanto prometió y promocionó, el Festival Internacional Quimera superaría lo hecho por la pasada administración del edil petista Óscar González Yáñez, quien hasta ahora ha hecho la mejor programación del Festival anual del “Cerro de los Magueyes” en lo que va del siglo XXI, pero no lo hizo y ahora tiene el reto de que el año entrante lo logre.
Regresando al recital de Joaquín Sabina y sus infaltables músicos amigos, el guitarrista Pancho Varona y el seis cuerdas y tecladista, Antonio García de Diego, además de una sugestiva corista cumplidora, un bataco elocuente y un bajista a la Ringo Starr, les puedo decir que quedé gratamente sorpendido por la entrega de cada uno de ellos, del equilibrado repertorio ejecutado y de la todavía convincente voz de Joaquín Sabina. Incluso, Sabina sabedor de que la gente llevaba más horas que una jornada de trabajo normal entre semana, salió media hora antes de lo programado, con tal de congratularse con sus miles de seguidores. Sabina reconoció a su público, dándole lo que más quería: Su música, su poesía.
El Flaco no necesitó más que del apoyo de un telepronter en los momentos en los que recitaba algunos versos suyos, muy al estilo de Tom Waits, Bob Dylan y Leonard Cohen, pero nunca olvidó la letra de sus canciones, como muchos temían debido a su aletargado estado de salud, gracias a una diverticulitis aguda, una infección e inflamación en la últim aparte del intestino grueso. Por el contrario, vimos a un Sabina lleno de vida, muy bohemio, con pocos excesos y con ganas de seguir pasándosela chévere. Los aplausos nutren el incansable ego de Sabina y por ello se mantiene en línea.
En cuanto al equipo de audio e iluminación puedo decirles que estuvo cuidadosamente bien trabajado por expertos en la materia, la atención a medios por parte de los organizadores igual. En pocas palabras, este recital fue el plato fuerte del Festival de las Almas de Valle de Bravo, sin menospreciar la entrega y el trabajo de los demás artistas. Si la programación no convenció a muchos, con este concierto salvaron de las fortísimas críticas a la novena edición de este esfuerzo anual cultural mexiquense. Este viernes 4 de noviembre actuarán en la Alameda Bicentenario Julieta Venegas (19:30 horas) y Óscar Chávez con Los Morales y la Sonora Santanera en el jardín cenetral (20:00).
El sábado, la clausura estará a cargo del Ballet Estatal de Rusia Rostov con el programa “Chopiniana” en la Alameda Bicentenario a partir de las 19:30 horas. Por allá nos vemos.
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