Félix Morriña
¿Qué decir cuando ves al
legendario Tom Jones, con 72 años de edad a cuestas, cantar a los cuatro
vientos una idónea paráfrasis de la bella canción “Tower Of Song” del maestro
Leonard Cohen, donde menciona que sus amigos se han ido y su pelo es de color
gris; que le duele no saber más de los lugares donde solía jugar y gritar que
estaba loco de amor; pero sobre todo, cuando cumplía diariamente con la renta
del lugar donde vivía?
Si a eso agregamos
unos ojos azules cansados en el video de esa canción versionada por Tom Jones,
incluida en su nuevo disco titulado Spirit
In The Room (Island Records, 2012), entonces estamos hablando de una
despedida terrenal anticipada. Esa mirada, ese pelo completamente blanco-gris
plateado, esas arrugas en su tez bronceada, esa forma de cantar nada festiva y
sí muy doliente, nos indica que el histrión galés, empieza a decirnos que ya es
hora de empacar las maletas.
Sabemos que la letra
del tata Leonard Cohen indica
estoico: “Yo nací así, no tuve opción/ Yo
nací con el don de una voz de oro./ Y veintisiete ángeles del Gran Más Allá/ me
ataron a esta mesa aquí/ en la Torre de la Canción./ Así que puedes meter
clavijas en ese muñeco vudú/ pero lo siento mucho nena, no se parece a mí en
nada./ Estoy de pie junto a la ventana donde la luz es mucho más fuerte./ Ah!
No dejen que una mujer me mate/ no en la Torre de la canción…”, pero en la
voz susurrante de Tom Jones, para su versión de Spirit In The Room, la hace aún más tétricamente sentida, en un
escenario decadente, una casona vieja donde parece recordarnos solía vivir sus
mejores épocas infantiles y juveniles.
Es más, insisto
mucho en este tema, más allá de lo que signifique para Cohen como para Jones, y
de lo que pudiera representar para alguien que añora de repente momentos de
despedida, que todas esas sensaciones son la portada de esta hostia plateada.
Lo que vemos en el video de “Tower Of Song” resultó en la portada realizada por
Studio Fury, con la fotografía de Julian Broad y la aprobación de Louis Bloom.
Ver a Tom Jones recagado en la pared de una escalera que lleva a la desolación es
el marco perfecto del contenido del disco producido de manera ejecutiva por Mark
Woodward y en la discográfica por Ethan Johns.
En este disco, el
cantante británico hace honores a sus amigos generacionales o contemporáneos a
su reconocida trayectoria, como es el caso de Paul McCartney, de quien Jones
reversionó “(I Want To) Come Home”; de Odetta Felious Gordon, el tema “Hit Or
Miss”; de Paul Simon, “Love And Blessing”; de Blind Willie Johnson, “Soul Of A
Man”; del maestrazo Tom Waits, “Bad As Me” y de Richard Thompson, “Dimming Of
The Day”, por mencionar algunos dolores de muelas en el corazón.
Como fiel seguidor
de Tom Waits, puedo decir que esta canción, traducida literalmente como “Malo
como yo” (“Bad As Me”), habla de la irreverencia natural existente en todo ente
creativo que se niega a ser doblegado. Tom Waits, como Tom Jones, se niegan a
ser a estas alturas lo que el sistema quiere y se las ingenian para lograrlo de
manera descarada. Son verdaderos artistas que representan irreverencias y
contradicciones a propósito.
Tom Jones trata de
convertirse en una aceptable representación sonora de Tom Waits con la estética
inglesa. Claro que para los amantes de la música de Waits, siempre pondremos “peros”
a las versiones hechas por otros, porque nadie puede superar la grasienta voz
del estadounidense y difícilmente se logran las letras escritas desde el fondo
de su cavernario corazón: “Tú eres la cabeza
de la lanza,/ usted es el clavo en la cruz/ Tú eres la mosca en mi cerveza,/
usted es la llave que se perdió,/ usted es la cara de Jesús en la pared del
baño,/ usted es la madre superiora en un solo sostén,/ tú eres el mismo tipo de
mal que yo (jajajajajajjaja)”.
Los otros temas
restantes son “Travelling Shoes” del propio Tom Jones y su guitarrista y
productor Ethan Johns; “All Blues Hail Mary” de Joseph Lee Henry, y finalmente,
la décima rola del disco se llama “Charlie Darwin” de Jocelyn Jagger Adams. Éste
último tema es la esencia gospel y de música de cámara que te provoca el sueño
de los justos.
No cabe duda de que
Tom Jones en este disco fue guiado por sus espíritus en el largo y sinuoso
recorrido por su pasado interno, para evitar caer en los brazos del eterno. Tal
vez Tom Jones no se haya dado cuenta y yace desde hace muchos años en unos
brazos existencialistas del pasado histórico de la música, pero haber grabado Spirit In The Room (por cierto en los
estudios de Peter Grabriel, Real World) nos ha permitido a nosotros rendirle
pleitesia a todos esos grandes del blues, del soul y del rock, siempre bien
acompañado del baterista Stella Mozgawa; los bajistas, Ian Jennings y Sam
Dixon; el pianista Richard Causon y el mencionado seis cuerdas, Ethan Johns.
¡Disfrútelo plenamente por favor!
Twitter: @fmorrina
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