Félix Morriña
Nació
argentino en una familia judía de origen ruso, se nacionalizó israelí y español.
Tiene además nacionalidad palestina. Más allá del piano y la dirección de
orquesta, el maestro Daniel Barenboim se ha dedicado a calmar las intensas
aguas oceánicas entre israelíes y palestinos. Algo ha logrado. Es considerado
por la crítica especializada una de las más grandes figuras de la música
clásica de la segunda mitad del siglo XX, por eso se pudo atrever, sin mayores
complicaciones políticas, a dirigir una obra del alemán Richard Wagner en
Israel. Actualmente está de gira por el mundo presentando las sinfonías
completas de Beethoven, mismas que están en el disco doble Beethoven For All (Decca, 2012).
Llegan informes hasta este escritorio
de que esta gira comenzó en la tierra que le vio nacer en el 2010, incluso
antes de que saliera el producto discográfico. La sede fue el maravilloso
Teatro Colón de Buenos Aires, donde fue aplaudido de pie durante varios
minutos. Barenboim tenía mucho tiempo de no reencontrarse con su público
argentino, con la raza de casa, con los nuestros. El maestro no ha parado desde
entonces y por doquier que vaya se ha dedicado a desmitificar, o desmentir, que
la música clásica sea elitista: “Los políticos dicen que la música clásica es
elitista y esa es la mentira más grande del mundo, pero lo dicen porque carecen
de formación musical ellos y en los colegios. Si desde niños les enseñamos en
las escuelas a los chicos que la música clásica es genial y hasta divertida,
otra cosa sería”, afirmó el connotado pianista y afamado director de orquesta.
Para Barenboim hay cuatro niveles de
orquesta: Las que tocan lo mejor que pueden y ni escuchan ni oyen; las
profesionales, que tocan muy bien, pero no se oyen los unos a los otros; las
buenas, en las que escuchan lo que hace el otro y la Divan, en la que no sólo
se escuchan, sino que tienen sentido de la responsabilidad individual.
El
amo de la batuta dijo que “la Divan no es un proyecto político, sino humano, el
de pueblos profundamente convencidos de tener el mismo derecho de vivir en el
mismo pequeño pedazo de tierra. Cuando se vive en una situación difícil se
aprende en cierto modo a respetar aún más el relato y la forma de pensar del
otro y eso me lo han enseñado los miembros de la orquesta”, aseveró en una conferencia
de prensa realizada el lunes 16 de julio en Madrid, España, previo al concierto
de la presentación del álbum doble Beethoven
For All con su orquesta West-Eastern Divan (WEDO), de la que está muy
orgulloso.
Sobre
Beethoven, Daniel Barenboim explicó que es la columna vertebral de la orquesta
desde que él y el fallecido filósofo palestino Edward Said la fundaran en 1999,
porque según su propio relato la primera vez que se reunieron en un ensayo fue
para tocar la “Séptima sinfonía” y desde ese momento se dijeron que ese era el
camino a seguir. “La música de Beethoven es dramática, lírica, poética y nada
superficial ni coqueta. Sólo se ocupa de lo esencial y por eso es realmente un
hilo conductor de la orquesta. La Divan es un proyecto extraordinario y lo más
importante es que me ha hecho en la vida, no sólo por su espíritu de
conciliación entre judíos palestinos y árabes que la anima, sino porque esta
orquesta de primerísimo orden busca la conexión entre la música y todo lo demás”,
concluyó el director de las sinfonías del genial Beethoven.
Por
otro lado, llegó a mis manos un álbum doble con lo mejor de la ópera de los
recientes años, pero fechado en el que estamos viviendo, donde encontramos a la
mezzo-soprano Joyce Didonato interpretando el segundo acto de “Le nozze di
Figaro” de Mozart; como también está el tenor Andrea Bocelli cantando el tercer
acto de “Il trovatore” de Verdi, y si a eso le agregamos a la soprano Anna
Netrebko cantando el primer acto de “I Capuleti e I Montecchi” de Bellini,
entonces no hay más remedio que adquirir esta joyita operística.
Este
disco fácil de conseguir en cualquier tienda-distribuidora que merezca respeto,
al igual que el del maestro Daniel Barenboim, contiene además a las
mezzo-sopranos Cecilia Bartoli, Elina Garanca, Magdalena Kozená y Teresa
Berganza, como a los tenores Joseph Calleja, Plácido Domingo, Rolando Villazón
y Luciano Pavarotti; además de las sopranos Joan Sutherland, Aleksandra Kurzak,
Júlia Várady y Angela Gheorghiu, entre otras figuras del bel canto que merecen
ser escuchadas con mucha atención.
Ya
leyó al maestro Daniel Barenboim sobre los prejuicios, mitos y mentiras sobre
la música clásica. Es momento de dar el primer paso para ser una mejor sociedad
y un pueblo culto a través de las bellas artes, pero sobre todo con un conocimiento
de la música como otras naciones ejemplo, otrora belicosas y hoy países de
primer mundo. ¡Hasta la próxima!
fmorrina@yahoo.com.mx
Twitter:
@fmorrina
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