Félix Morriña
Como
si se tratase de una venta de garaje o la venta departamental de saldos en
tienda de supuesto prestigio, la transnacional Universal Music pone a la venta
lo mejor de sus colecciones de música instrumental y de los clásicos del rock
& roll en discos dobles a bajo precio, con la finalidad de que las nuevas
generaciones sepan de la existencia de los grupos y solistas que marcaron
épocas.
De entrada, todos los amantes de la
música de Deodato, Billy Vaughn, Van Mccoy, The Love Unlimited Orchestra, Chuck
Mangione, Booker T. & The Mg’s, Elton John, Paul Mauriat y Francis Lai,
entre otros, podrán recordar que muchas de sus composiciones formaron parte de
los valses de 15 años de algún familiar entre la década de los años 80 hasta
finales del siglo pasado. Algunas de esas composiciones sirvieron de fondo a la
hora de la comida y otras tantas usadas con el pretexto para escaparse a lo
oscurito con la quinceñera.
Hoy
pareciera ridículo ver esos recuerdos familiares en formatos Beta o VHS con la
música instrumental de fondo, pero sin duda delimitaron una época de nuestras
vidas, nos guste o no. Muchos quisieran olvidar esa etapa de nuestro proceso preadolescente,
por parecernos ajeno a lo que somos en la actualidad. Muchos de esos momentos,
son la parte más significativa de las familias mexicanas. Muchos núcleos
familiares sustentan su odio y amor con la música instrumental de fondo de los
maestros de aquella época.
Incluso, mientras escribo esta
columna y escucho de fondo el álbum doble de las Clásicas de la música instrumental, mi subconsciente me remite de
inmediato a la ñoñez de las púberes doncellas de papá que deseaban el excéntrico
manoseo luego de los ensayos para su presentación ante la suciedad, perdón sociedad.
Hacerla de chambelán era un martirio para muchos, pero uno se lo permitía con
tal de llegar al sabanazo o mínimo obtener la venia de la familia para el ñoño
noviazgo con la quinceñera. Algunos de plano llegamos a cobrar por esos
servicios.
Por otro lado, muchas mujeres
nacidas en la década de los años 70 y 80, no pueden dejar de sentirse
plañideras al escuchar “Love’s Theme”, “Adam’s Hotel”, “Love Is Blue”, “Summer
Samba”, “Look For A Star”, “Wonderland By Night”, “Theme From Love Story”, “Chanson
Pour Anna”, “Airport Love Theme” y tantas piezas más incluidas en este disco
doble, por la sencilla razón de que significan la razón de su existencia al
lado de su familia, sea esta o no la mejor de la clase proletaria o de la clase
media ilustrada.
Lo mismo pasa con el otro álbum
doble de Clásicas del rock & roll,
donde se hace presente Bill Haley & His Comets, Little Richard, Jerry Lee
Lewis, Chuck Berry, Buddy Holly, Danny & The Juniors, Ray Charles, Connie
Francis, Brenda Lee, The Platters, Pat Boone, The Four Aces y The Diamons,
entre otros tantos más que nos permitieron acercarnos a los gustos de los que
nos antecedieron, en especial a nuestros tutores y padres de familia, que sin
duda nos formaron como melómanos exigentes.
A diferencia del disco instrumental,
el de los clásicos del rock nos pone rudos, enérgicos sobre la pista de baile,
hasta el grado de volver a imaginar a esos grandes tocando para nosotros en
vivo y en directo. Recordar sus faenas sonoras en los filmes sobre sus vidas,
nos hace sentir que le debemos a las nuevas generaciones algo más que
memorabilia colectiva y recuerdos autónomos.
Ahora, poner en una sola noche los
cuatro discos de corrido, nos permitirían sumergirnos en una melancolía inusual
para alguien acostumbrado a las noticias del sexenal FECAL (Felipe Calderón
Hinojosa) y su lucha contra la narcocracia, en donde cada vez se pierde la
sensibilidad por lo básico. Creo que sería oportuno para todos sumergirse y
atreverse a escuchar estos materiales para probar si aún podemos tolerar un
poco de ñoñez y para recordar que somos mucho más vulnerables a la ridiculez
que antes.
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