Félix Morriña
Seguramente
está usted harto de tanta sobreinformación sobre lo sucedido en Nueva York hace
una década en torno a los ataques terroristas perpetrados a las Torres Gemelas por
parte del grupo extremista Al Qaeda y su entonces líder Osama Bin Laden.
Documentales, series y películas basadas en el tema, reportajes especiales de
cadenas televisivas de todo el mundo y cientos de páginas de diarios de todas
magnitudes y niveles de circulación han abordado este tema hasta el cansancio,
pero no pueden dejar de capitalizar lo sucedido, porque cambió la manera de
percibir a la supuesta nación más poderosa del mundo. Todos son débiles llegado
el momento.
También cambió la manera de entender
y asimilar la información de los medios de comunicación más importantes del
mundo, la manera en cómo el Estado práctica el maniqueísmo informativo y cómo
dosifica la noticia para controlar, desde las sensaciones de un ataque
terrorista de estas magnitudes, hasta los sentimientos que deben generarse
posteriormente. En definitiva, las cosas cambiaron por completo después de ver
caer al emporio capitalista con los aviones comandados por fanáticos religiosos
o ¿deberíamos llamarles de otras formas?
Así como ha habido demasiada
información y contra información sobre este tema, hay trabajos muy serios de
investigación que arrojan datos muy concretos sobre los objetivos de la entonces
administración del belicoso presidente George W Bush. Voces autorizadas señalan
que todo fue un trabajo ideado desde el seno político de la Casa Blanca, que
todo ha sido obra de la política exterior de Estados Unidos para con los países
árabes y sus incontrolables células. Que detrás de todo este embrollo que
sacudió al mundo, están los oscuros intereses por el oro negro, por ese
petróleo del que todavía gozan esas naciones con idiosincrasias alejadas de
nuestra cosmovisión.
Hay otros que se la pasan aludiendo
la forma y olvidando el fondo, tal vez por sentirse muy afianzados a los
intereses macroeconómicos de la Unión Americana o por simpatizar con ellos, lo
cierto es que no podemos olvidar por ningún motivo un ataque de esa magnitud en
la cosmopolita y mítica Nueva York, crisol del mundo. Presenciar en la
televisión en vivo y en directo la muerte de la gente que estaba en las Torres
Gemelas no es cosa que uno olvide, aunque sea alguien antiyanqui.
Pese a que el próximo domingo 11 de
septiembre todo mundo afectado por lo sucedido, inducido por los medios masivos
de comunicación, o persuadido por algún desmedido historiador universitario que
obligue a sus educandos a “informarse” de lo sucedido hace 10 años, le
recomiendo la adquisición de una investigación hecha documental por National
Geographic titulada 11 de septiembre: La
historia, en donde podrá apreciar algunos materiales inéditos y versiones mucho
mejor tratadas que en otros medios respetables sobre el tema.
La síntesis del documental es muy
precisa al señalar que National Geographic revive esa mañana de martes 11 de
septiembre del 2001, donde todo mundo recuerda dónde se encontraba, mientras
los primeros aviones atacaban el World Trade Center. La reconocida empresa investigadora
presenta una colección de historias de gran alcance. Historias de personas que
vivieron y fueron estrechamente afectadas por este evento. Personas que
intentaron prevenir y detener los ataques, personas comunes y corrientes que
quedaron atrapadas en medio de todo y gente que todavía no puede desprenderse
de los acontecimientos sucedidos esa mañana y como alteraron su visión del
mundo para siempre.
Si usted ya está lo suficientemente
informado sobre el tema y han sanado sus heridas sobre el suceso, o le importa
poco Nueva York, o es un antiyanqui connotado; entonces, lo invito a que este
domingo 11 de septiembre esté al pendiente del cambio de dirigencia estatal (mexiquense)
en el PRD (seguro gana el actual diputado local Juan Hugo de la Rosa), vaya al
partido de soccer entre el Toluca y Tijuana en La Bombonera y dese una vuelta sobre
su propio eje para al menos no ser tan ambiguo e indiferente. ¡Suerte!
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