Félix Morriña
Pese a tener un sencillo aparato reproductor de discos, me llevé tremenda sorpresa al escuchar cada nota, cada letra de las canciones que contiene el álbum A Day At The Races del grupo inglés Queen. Cuando la tecnología es puesta al servicio de la calidad auditiva, dan ganas de aplaudir a todos los ingenieros de sonido existentes, porque no hay mayor satisfacción que apreciar las canciones de un grupo emblemático como Queen. No quiero imaginarme cómo se escucharía este disco en un aparato de grandes dimensiones.
Abriendo el cuadernillo de esta obra distintiva del grupo liderado por el cantante, pianista y compositor Freddie Mercury, secundado por el guitarrista Brian May, seguido del baterista Roger Taylor y el bajista John Deacon, uno no puede evitar recordar con nostalgia la existencia de los discos de vinil y los formatos de 33 y 45 Revoluciones por Minuto (RPM), porque este disco de Queen nos sitúa en una época en la que todavía las cosas tenían sentido y valía la pena pensar en el futuro de los hijos, en la vejez, en cómo uno deseaba escuchar la ópera rock en la playa. Eso, desafortunadamente ya no es posible en medio de una supuesta guerra contra el crimen organizado.
Es más, mientras escribo esta columna no dejo de cantar a todo pulmón la maravilla que es “Somebody To Love”, incluida en el disco en cuestión: “Can anybody find me somebody to love/ Each morning I get up I die a little/ Can barely stand on my feet/ Take a look in the mirror and cry/ Lord what you’re doing to me/ I have spent all my years in believing you/ But I just can’t get no relief, Lord!/ Somebody, somebody/ Can anybody find me somebody to love?/ I work hard everyday of my life/ I work till ache my bones/ At the end I take home my hard earned pay all on my own/ I get down on my knees/…”.
“And I start to pray/ Till the tears run down from my eyes/ Lord –somebody—somebody/ Can anybody find me- somebody to love?/ (He works hard)/ Everyday –I try and I try --/ But everybody wants to put me down,/ They say I got a lot of water in my brain/ Got no common sense/ I got nobody left to believe/ Yeah- yeah, yeah, yeah/ Oh Lord/ Somebody-somebody/ Can anybody find me somebody to love?/ Got no feel, I got no rhythm/ I just keep losing my beat/ I’m ok, I’m alright/ Ain’t gonna face no defeat/ I just gotta get out of this prision cell/ Someday I’m gonna be free, Lord!/ Find me somebody to love/ Can anybody find me somebody to love?”.
Y para que vayan pensando en adquirir esta hostia plateada a la brevedad, es necesario informarles que todos los discos de Queen han sido remasterizados para tener nueva calidad de sonido y una presentación de lujo. Para el caso de A Day At Races, el disco incluye además un EP con cinco piezas trabajadas entre 1976 y 1982. “Tie Your Mother Down”, “Somebody To Love” (una versión en vivo de junio de 1982 en el Milton Keynes Bowl), “You Take My Breath Away”, “Good Old-Fashioned Lover Boy” y “Teo Torriatte”, son las canciones regalo en este plato de lujo.
Habrá que conseguir lo más pronto posible, y si el bolsillo lo permite, los discos de Queen, principalmente Queen II, Sheer Heart Attack, Innuendo y The Works para que la memoria vaya poco a poco esclareciéndose y nos permita sentir en Toluca el aire helado de septiembre, presenciar la lluvia de la tarde y beber el suficiente vino tinto para estar un rato en paz consigo mismo.
No queda más que escuchar una y otra vez A Day At The Races a sabiendas de que alguna vez tuve la oportunidad de ver en vivo a Freddie Mercury y pandilla en 1981 en Puebla. Fue mi primer concierto internacional. Fue una experiencia única para un chico de 11 años de edad. Lo único que no deseo vivir de nuevo son las redadas de la policía y ver a esos pandilleros de pacotilla hacer pendejadas, como esa de aventarle una bolsa con arena al maestro de las seis cuerdas, Brian May, o el de aventarle una bolsa con orines al magnético Mercury. Fuera de eso, todo queda en mi refrescada memoria. Hasta pronto.
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