Félix Morriña
La
verdad el grunge llegó a mi vida en
medio de mucha confusión y desatino. Los adolescentes, a diferencia de nosotros
los entonces veinteañeros que habíamos heredado todo el sonido San Francisco,
el rock clásico, el rock pop, el heavy metal, el art rock, el rock progresivo,
el jazz, el latin jazz, el pun, funk y tantos géneros musicales más, ya tenían
un sonido propio, generacional, con el cual podían hacerte pasar excelentes horas
de desasosiego, confort y anécdotas propias, sí, sus propias historias llenas
de aventuras desamorosas, pero con mucha cocaína, alcohol, mariguana, colegio y
aligerado sometimiento familiar.
Había
llegado la última década del siglo XX y con ello el arribo de los conciertos
internacionales a México, gracias al entonces presidente Carlos Salinas de
Gortari que dio la apertura a los jóvenes sedientos de buena música. En esa
época todo cambió, para algunos bien, para otros mal. En esa época de Nirvana,
Stone Temple Pilots, Pearl Jam, Temple Of The Dog, Soundgarden, Alice In Chain,
Hole y tantos más que ahora no recuerdo, los adolescentes como a nosotros, la
clase trabajadora y la clase media ilustrada, sabíamos que se nos avecinaba un
lustro depresivo, tanto internacional como a nivel nacional con la devaluación
de 1994.
Era
el cambio de presidente, se iba Carlos Salinas de Gortari y llegaba Ernesto Zedillo Ponce de León. El grunge sería la banda sonora de los sentimientos
de todos los mexicanos y de gran parte de los jóvenes del orbe. Ellos, los chicos
de apenas 15 años que nos veían como los más grandes tutores y los tipos a
seguir, no les brindamos todo lo que necesitaban. No fuimos lo suficientemente capaces
de darles la oportunidad de avanzar mucho más rápido en la historia de la
música que concluiría con el agitado siglo XX para entrar sin pasaporte a la
nueva centuria. Sin embargo, logramos unirnos, unificarnos y sufrir como gozar al
grunge conforme pasaban los años hasta
que éste se desvaneció.
Por esa razón es tan emotivo
festejar la salida al mercado de la edición de lujo del disco Nevermind de Nirvana. Este material
salió como álbum doble y significó el cambió en la historia musical de los años
90, por la forma de sentir, de amar y de ver la vida. Esa edición cumplió 20
años de existencia el recién terminado mes de septiembre del 2011. El disco
contiene la versión original con los 12 cortes, más nueve tracks que fueron en
su momento los lados B, los sencillos del material ahora reseñado. El segundo
disco contiene ocho versiones de grabación en los Smart Studios y ocho temas
seccionados como The Boombox Rehearsals
(versiones raras y primeras tomas) y dos temas grabados en la sesiones en la
BBC.
Sin duda, este festejo no queda en
este disco especial, porque se ha sabido que habrá ediciones muy trabajadas con
DVD incluido y materiales nunca antes escuchados. Tuve también la oportunidad
de ojear algunas revistas nacionales y extranjeras que abordan el tema de Nevermind de Nirvana, tanto por la
portada del disco con el bebé tratando de pescar el señuelo del dólar, como
sinónimo del futuro y del sueño americano. Nada más alejado de eso, pero que
significó en algún momento esperanza o simplemente una ironía de parte del trío
que conformaban Nirvana.
La edición argentina de la revista especializada
en rock Rolling Stones del mes de
septiembre habla ampliamente de la edición de lujo del disco en cuestión y
rememora que en abril de 1990, Kurt Cobain, Krist Novoselic y Chad Channing
llegaron a los Smart Studios del productor Butch Vig (tiempo después integrante
de la potente banda Garbage), en Madison, Wisconsin. Habían manejado caso tres
mil kilómetros desde Seattle, sin parar. “Llegaron en una van, y probablemente
llevaban tres o cuatro días sin bañarse”, cuenta Vig. Ese día Nirvana empezó a
darle forma a las canciones que luego terminarían en Nervermind, el disco que hace 20 años hizo que el grunge fuera mucho más que música, y se
convirtiera en una actitud y una forma de vestir.
El disco que ahora yace en mis manos
contiene ocho de los demos grabados en esos días. El material ya está a la
venta desde finales de septiembre, mes con el que Nirvana festeja, sin existir
como banda, las dos décadas de la salida al mercado del considerado mejor disco
del grunge, ese sonido, esa mezcla
del punk rock con el heavy metal y otras derivaciones del rock de la entonces
naciente década de los años 90.
Bien
vale la pena sumergirse junto con el bebé que nunca creció, cual icono infantil
de los dibujos animados colocado en el inconsciente colectivo, para festejar
que han pasado ya 20 años de cantar “Smells Like Teen Spirit”, “In Bloom”, “Come
As You Are”, “Breed”, “Lithium”, “Poly”, “Territorial Pissings”, “Drain You”, “Lounge
Act”, “On A Plain” y “Something In The Way”. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario