Félix Morriña
Hay
películas que te van interesando conforme pasa la trama sin necesidad de tener
mayor información sobre cómo la fue rodando el director, si es de un cineasta
de renombre, si es de culto, o para pasar un buen rato con la familia o la
pareja; o simplemente para un fin de semana de cruda, pero luego terminas botándolas.
La curiosidad te acerca a ciertos filmes, ya sea por el título, el reparto o el
cineasta, pero algunas llegan a caerse justo a la mitad o en el nudo de la
historia y es entonces cuando llega la desilusión. Así me pasó con El mal ajeno (2010) de Oskar Santos (Bilbao,
1972), director de la serie Los mitos petits
urbains (2004) y los cortometrajes El
soñador (2004) y Torre (2000).
Luego de una mediocre y aburrida jornada
laboral en Ocoyoacac, me dispuse a ver este drama de 93 minutos, distribuida
por Corazón Films, para ver a un insensible médico tipo Doctor House al que nada le parece y al que todo le da igual,
gracias al cinismo involuntario de su profesión, que luego de salvar a “Sara”, una paciente embarazada (Angie
Cepeda) y ser baleado por el “marido” de ésta, le cambia el entorno y la vida.
Al principio la sobrevaloré y fui poco a poco desinteresándome hasta el momento
en que aparece un elemento sobrenatural llegando al colmo de la trama.
No estoy en contra de aquellos que
creen en la sanación por ósmosis, como tampoco en aquellos que idealizan los
milagros dentro y fuera de los hospitales, pero no en un filme español, justo
cuando creo que hay algo bueno que ofrecer en el séptimo arte hecho en la
lengua de Cervantes. Veo el filme de Oskar Santos luego de enterarme de la
nominación de uno de la familia Bichir (Demian) y del fotógrafo Lubezki para
los premios Oscar y termino diciendo que nunca falta el tarado en la fiesta.
Para evitar alejar a los amantes del
cine ibérico con esta columna, me dispuse a investigar en la red algún motivo que
pudiera salvar el trabajo como productor de esta película del afamado Alejandro
Amenábar (guionista de Vanilla Sky y
director de Los otros, Tesis y Mar adentro) y esto fue lo que encontré: Desde el punto de vista de
Amenábar, “El mal ajeno tiene un
guión muy bueno, gracias a que el guionista Daniel Sánchez Arévalo es una
persona que tiene muchísimo talento y con una gran capacidad de trabajo. Más
que una labor como productor, lo que he intentado es ayudar. Quizá ser una
especie de mentor”.
El compositor, cineasta y productor
español agregó que ha empezado a involucrarse en las producciones de las
películas en las que participa, pero nunca ha sentido la necesidad de producir
a otros, porque cree que ya existe esa figura y gente que lo hacen muy bien. Para
Amenábar la actriz Belén Rueda (que personifica a “Isabel”) “tiene la frescura,
tiene la luz, y sabíamos que podía aproximarse a ese lado doliente que tiene el
personaje. La idea era encontrar el alma perfecta para cada personaje y no
dejarnos llevar por el hecho que este trabajo ha sido muy similar al de Mar adentro (una de sus mejores
películas), donde buscábamos mucha verdad para cada personaje”.
“El mal ajeno es una cinta que atiende a
emociones muy, muy cercanas. Es una película sobre el dolor. No sólo el dolor
físico, también sobre el emocional. Es una película que transcurre en un hospital
con enfermos terminales que se tienen que enfrentar al dolor de perder algo, de
degenerar. Fundamentalmente es un melodrama muy naturalista con un elemento
fantástico”, opinó Alejandro Amenábar a través de una entrevista publicada en
Internet (www.lahiguera.net) sobre este película
que ahora puede usted amable lector conseguir en DVD.
Desde el punto de vista del director
Oskar Santos, El mal ajeno es una
historia que estimula porque tiene un tratamiento muy naturalista de los
personajes y de las interpretaciones, juega con la cotidianidad del personaje
principal, así como del elemento sobrenatural (o paranormal, según se quiera
ver) que surge en el filme al momento de sanar a las personas con enfermedades
extremas. Para Santos, estos son características de los guiones de Daniel
Sánchez Arévalo (Gordos, Azul oscuro casi negro), por lo que
decidió trabajar con él.
En
otra entrevista, pero con el actor principal que encarna a “Diego”, Eduardo
Noriega, enfatiza que su personaje al principio está aletargado, porque es un
médico que trabaja en la unidad del dolor y, por tanto, está rodeado de eso y
muerte. Raras veces le da el alta a nadie. Lo que hace durante toda la película
es un recorrido hacia la sensibilización. Poco a poco se va quitando esas capas
férreas que se había puesto a lo largo de los años y empieza a mirar a la
enfermedad, a los pacientes y a sus seres queridos de otra forma (como en el
caso de su hija que está a punto de morir).
“Hay
una revolución interior desde la frialdad hasta ser capaz de anteponer la vida
de los demás a la suya. El arco que recorre el personaje es extremo, hay un
gran cambio a lo largo de la película. Y es algo que le ocurre en su interior,
no es un cambio de apariencia. Por otro lado, cuando me preguntan sobre lo que
tienen en común ‘Diego’ e ‘Isabel’, digo que ellos se reconocen en el dolor y
en la enfermedad por distintos motivos. No necesariamente se conocen las circunstancias
personales. ‘Isabel’ no tiene mucha información sobre lo que le está ocurriendo
a ‘Diego’, pero detecta ese dolor. Son almas frágiles que se juntan para
ayudarse, para darse cariño… casi instintivamente. Hay una identificación, un
acercamiento del uno hacia el otro, un reconocerse en el otro”, finaliza el actor
Eduardo Noriega.
Como
siempre, usted tiene la última palabra si la ve o termina botando El mal ajeno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario