Félix Morriña
No
hay duda, Peter Murphy es y será mi amuleto musical. Como dije antaño y reiteré
en la pasada entrega, cada vez que viene a México el compositor de discos tan
nodales en la escena dark gótica como “Love Hysteria” (1988), “Deep” (1990), “Holy
Smoke” (1992), “Cascade” (1995), “Dust” (2002), “Unshattered” (2004) y “Ninth”
(2010), entre otros, mi vida toma un rumbo diferente para bien. Esta vez no es
la excepción. Esta vez es el inicio de una nueva etapa en mi vida, misma que he
asumido con el control propio de la situación. Convencido estoy de este rumbo.
Sé que no voy a morir pronto, sólo tomaré las riendas de nuevo de mi destino.
Habrá cambios para bien de todos.
La tarde del domingo 19 de mayo pasado,
luego de asumir el desgaste físico mental que sería partir de Toluca hacia el
Museo Anahuacalli Diego Rivera, para presenciar el concierto de Peter Murphy
como parte de las actividades del fmx, me di a la tarea de sortear las vicisitudes
que implicarían primero, viajar dos horas y media con un clima lluvioso; dejar
atrás un día tradicional para las relaciones familiares; pensar en volver a la
madrugada desde el sur de una de las ciudades más pobladas del mundo o quedarme
en casa de un amigo (en este caso fue la del ex actor y promotor cultural,
Enrique Monge); pero no podía dejar pasar el concierto que definiría de una vez
por todas el nuevo rumbo.
En este viaje, tuve la oportunidad
de conocer las modernas y amplias instalaciones de la nueva línea del Metro de
la capital del país, esa que conecta Mixcoac con Tláhuac. Me sentí por un
momento en otro país, uno primer mundista y sin problemas económicos, pero sólo
era una fantasía. Una vez que pasé por Monge y la pareja del rupestre Rafael
Catana, Angélica, nuestra Patti Smith a la mexicana, emprendimos el viaje
tierra adentro, más al sur del sur, cerca del Estadio Azteca, con la ilusión de
entrar al concierto, porque teníamos informes de que no estábamos acreditados y
no había boletos a la venta.
Al llegar, la lluvia nos sorprendió.
Pasamos hora y media bajo el agua sólo para saber que no había posibilidad
alguna de entrar. No había donde guarecerse. Las nuevas autoridades “culturales”
encargadas de las acreditaciones no sabían de nuestra trayectoria de dos décadas
y de nada sirvieron las columnas publicadas previamente sobre esta visita y las
anteriores de parte de Peter Murphy. De pronto, la directora del Museo
Anahuacalli Diego Rivera se presentó y metió a Enrique Monge, porque lo
reconoció e hizo valer su puesto para que acreditaran al veterano promotor
cultural.
Una
vez iniciado el recital a las 20:22 horas del pasado domingo, la ansiedad
empezaba apoderarse de este “servibar y amigo”, casi igual que cuando a un
alcohólico le hace falta su sagrado brebaje en medio de la nada, sin dinero y
sin nada que perder. Aguanté porque le tengo fe a Peter Murphy y le tengo respeto
como a pocos músicos en el mundo (David Bowie, Lou Reed, Patti Smith,
Morrissey, Ian Curtis, Iggy Pop y Robert Smith, entre otros). Tuvieron que
pasar cinco bellas rolas dark, para que sin mediar palabra pidiera comprar uno
de los boletos que se liberaron de algunos tarjetahabientes, cuando uno de los
organizadores sugirió que nos dieran las dos pulseras con las que podríamos
desempeñar nuestra labor y no gastáramos los 550 pesos del monto por ver a
Peter Murphy en México. El tipo se había percatado de nuestra penitencia y la
registró como parte de las anomalías. Sabía yo que si “vedeteaba”,
recordándoles lo mucho que significa para mí que Peter Murphy clausurara la
edición vigésimo novena del fmx, no lograría entrar. Estos jovencitos que (des)
atienden a los medios de comunicación, no saben muchas veces dónde están
parados y uno tiene que morderse un huevo para aguantar tantos atropellos.
Sin
embargo, este interlocutor sabía que entraría y disfrutaría de menos de 90
minutos más encore de este maestro del escenario, que hizo un flamante homenaje
a papito David Bowie al final de su recital, interpretando nada más y nada
menos que ‘Ziggy Stardust’, tema que me hace tenderme al suelo y no parar. El
simple y llano hecho de cantar ese tema para despedir la edición 29 del fmx, es
para registrarlo y jamás olvidar… jamás olvidar. En ese momento, la poca
energía que me quedaba y con la voz entrecortada, hice un doble esfuerzo por felicitarme
por no tener la mínima dosis etílica en mi cuerpo. Me había hecho el reto y lo
cumplí con creces.
Muy
a pesar del reto, mi imaginación me hizo arrastrar el alma hasta la vinatería
más cercana (Calzada de Tlalpan), sólo para pensar en un whisky barato,
recordar su aroma y sentir su calor. Imaginar sentir como invade mi corpus al
momento de cantar a todo pulmón ‘A Strange Kind Of Love’ y ‘I’ll Fall With Your Knife’. Nada como el
grato recuerdo de algo tan placentero. Nada como el placer gestado por la
armonía y el equilibrio a través de la música de Peter Murphy. Nada como una
mujer que sabe de las necesidades de su hombre. Nada como haber estado ahí esa
noche. Nada como interpretar ‘Deep Ocean Vast Sea’, simulando ser él; nada como
cantar ‘I Spit Roses’, intentando ser elegantemente inglés.
Esa noche Peter Murphy realizó un
intenso recorrido musical por Bauhuas (en especial ‘She’s In The Parties’) y su
etapa solista en el patio del Museo Anahuacalli Diego Rivera, ubicado al sur de
la sureña delegación Coyoacán, durante la clausura del hoy fmx, otrora Festival
de México en el Centro Histórico. Bajo una pertinaz lluvia, Murphy se entregó
por completo a la concurrencia multigeneracional que se dio cita y que sumaban
poco más de dos mil 500, según los propios organizadores.
Con un sonido desnudo que permitió
denotar cada nota y cada entonación, el respetable interpretaba al lado suyo 17
rolas, incluyendo a este interlocutor. En algunos momentos, el sistema de audio
fue pésimo, al grado de que Peter Murphy tuvo que interrumpir su actuación para
ir a despotricar, como buen inglés, a su camerino. Desde ahí pudimos constatar
que su molestia se debía a que el ingeniero de sonido no estaba haciendo lo que
él pedía. Como profesional que es, el cantante, compositor, pintor y actor,
volvió al escenario para concretar una presentación de hora y media exactas, lo
que ocasionó que muchos melómanos seguidores suyos salieran incómodos y
mojados.
Pese
a todo, nadie puede olvidar que tanto ‘Cuts You Up’ y la femonenal ‘Ziggy
Stardust’, hicieron la noche, nos hicieron felices y nos motivaron a sembrar un
nuevo camino. Gracias Peter Murphy por ser mi amuleto musical, gracias por
existir, gracias por adueñarte de mi noche dominical y por impulsarme en esta
nueva etapa de mi vida. Pronto nos veremos de nuevo, si no es en concierto será
en algún otro acto artístico, de eso estoy seguro. Te mando un largo y
fortísimo abrazo.
Twitter:
@fmorrina
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