Félix Morriña
Sólo
iba a saludar a mi entrañable amigo, el cantautor rupestre Armando Rosas, a la
Casa de las Diligencia de Toluca, la mañana del pasado miércoles, pero su
ponencia sobre “La profesionalización de la música en el cine” me atrapó por
completo Yaya, al grado de quedarme hasta al final de esta mesa de trabajo, en
la que también participó el compositor Eduardo Lan Maya, conocido en la capital
mexiquense por haber creado la pieza de cámara “Toluca 200 años”, para el
Bicentenario de Toluca. El tema de la mesa de trabajo académica de la segunda
edición del Festival Internacional de Cine del Centro Histórico de Toluca
(FICCHT), sentí que le faltó tiempo para desarrollarlo mejor, pero se
delimitaron algunas líneas para ser investigadas con mayor tiempo y precisión.
Tras los habituales saludos en los
que por supuesto recibiste tu mención aparte amada Yaya, los organizadores y
compositores me persuadieron a que les acompañara a las instalaciones del
Instituto Nacional de Estudios Legislativos (INESLE), donde se desarrollaría la
mesa de discusión “La profesionalización del actor en el cine” con la presencia
de la actriz Keyla Wood; el cinefotógrafo Paulino Sánchez Hernández; el artista
plástico Braulio Hernández Arvizu; la actriz Gloria Alpha Cisne Castro Jurado;
el cineasta Iván Lowenberg y por supuesto los dos compositores antes
mecionados.
Ya estando ahí Yaya, me persuadieron
nuevamente a que fuera el moderador de dicha mesa de trabajo, presentándome de
manera improvisada, sin los curriculums de cada uno bien delimitados y en
orden, con lo cual se confirma la mala organización de este festival que
pretende ser uno de los mejores en el país. Me han dado a conocer todo tipo de
pretextos, pero lo cierto es que están haciendo mucho con casi nada y así no se
puede trascender. Pese a eso, yo me propuse a ayudar, a proponer, a intervenir,
a salvar la tarde del miércoles en esa mesa de trabajo en la que personal del
ayuntamiento de Toluca, con todo y sus regidores, organizadores, diputados,
asistentes de legisladores, burócratas, interesados en el séptimo arte, músicos
del Conservatorio de Toluca, estudiantes de arte, estudiantes en general,
brillaron por su ausencia. ¡Hasta tú no estuviste! Pero ese es otro cantar.
Hubo muchas cosas que se rescataron,
entre ellas, las conclusiones a las que llegó durante su intervención (si
notificar) del director del FICCHT, el cineasta y productor Maurcio D’
Aguinaco, pero sobre todo la ponencia del cantautor Armando Rosas, quien
recordó un pasaje cuando escribía la música para la película “El violín” (2006)
de Francisco Vargas, que para tu conocimiento querida Yaya tuve la oportunidad
de hospedar en mi antigua casa de Metepec durante la promoción de tan brillante
película, ganadora de múltiples premios.
“Mientras yo escribía la música de
la película ‘El violín’, por boca del director Francisco Vargas, me enteré que
diversas empresas discográficas y editoras, de música en más de una ocasión se habían
acercado a Francisco para insistir sobre la conveniencia de incluir en su
película temas editados por sus empresas. Para mi fortuna y la de la película,
Francisco se mantuvo firme y decidió conservar el diseño sonoro original de la
película, que no está de más recordar, es la segunda película más premiada de
toda la historia del cine nacional. Se sabe que la primera es ‘Amores perros’
de González Iñarritu, quien quizá se cedió al incorporar la rola ‘Lucha de
gigantes’”, enfatizó nuestro amigo compositor de entre otras bandas sonoras del
documental de Agustín Yáñez, “Al filo del tiempo”, por la que ganó la Pantalla
de Cristal por Mejor Música Original.
Yaya, por si no sabías, nuestro
amigo Armando Rosas inventó el “rhytm and pango” (huapango con blues) y recordó
que “podrán suponer las ofertas de las empresas ‘transanacionales’ eran
tentadoras, sobre todo considerando que ‘El violín’ fue una película realizada
con reducido presupuesto, con un número limitado de copias para su proyección
en salas y con horarios poco accesibles. Del presupuesto para su promoción,
pues ya ni hablar. Ya ustedes se deben imaginar que bajo estas condiciones no
resulta difícil caer en la tentación y dar su bracito a torcer. Hay que agregar
que para entonces ‘El violín’, ya había recibido premios en el Festival
Internacional de Cannes de 2005 y Don ángel (el viejo violinista en la
película), había recibido un premio por su actuación en el Festival de Cannes
de 2006. A esto hay que agregar que la película llevaba seis meses de manera
interrumpida en cartelera, tan sólo en Francia. No obstante la historia que le
precedía, la exhibición de ‘El violín’ era más que complicada”.
“Un tiempo después (no recuerdo la
fecha), fui invitado a un prestigiado hotel para asistir a una conferencia del
director Emir Kusturica y en virtud de la gran afición del director por esta
disciplina, el coloquio versó de manera especial, alrededor de la situación de
la actual música en el cine y en ella se expusieron anécdotas tan, para decir
lo menos, escandalosas, con la intención de imponer la música de una banda de
rock de moda en una película. Ya para finalizar, y para no abusar del
anecdotario, vale la pena recordar que posterior a la Época de Oro del Cine
Mexicano, y como era de esperarse, la música para cine acompañó en su declive a
la industria cinematográfica y es apenas ahora que se vislumbra compromiso por
este oficio”, expresó el otrora líder de la Camerata Rupestre.
Para el creador de los discos
“Tocata, fuga y apañón” (1987), “La evolución de las especies” (1989) y “Habrá
tiempo” (1994), entre otros de igual relevancia, en este llamado tantas veces “Nuevo
Cine Mexicano”, no bastará con el esfuerzo individual de uno o dos compositores
para recuperar la tradición de su buena música y canciones. En esta nueva etapa
resulta urgente involucrar a las instituciones artísticas, primero para
catalogar y sistematizar todo el acervo sonoro del cine mexicano con la
finalidad de que cualquier compositor mexicano interesado en este aspecto de la
creación pueda acceder a grabaciones y partituras. Por otra parte, es necesario
y urgente crear una especialidad (maestría, diplomado, etc), en los
conservatorios para todo aquel estudiante de composición con interés en
desarrollarse en ese campo.
“Como ya lo mencioné anteriormente
en México, los compositores de música para cine tienen que formarse a sí
mismos. Los más afortunados, y cuentan con recursos, salen a estudiar una
especialidad a California (la cual es carísima) o a Amsterdam. Pero en mi
personal punto de vista, esto tiene una desventaja, es que aprenden a
musicalizar a la ‘gringa’, desaprovechando con ello la experiencia de años
acumulada de los ‘héroes que nos dieron sonido’ y perdiendo una posible
identidad sonora nacional. Esto último: la existencia o no de ella, creo podría
ser parte de otra conferencia”, concluyó el egresado de la Escuela Superior de
Música (INBA) y compositor de la banda sonora “La mitad del mundo” del director
Jaime Ruiz Ibáñez.
Como te darás cuenta Yaya, de una
visita de doctor se convirtió en una participación que terminó siendo grabada
para que la supervise la actriz Blanca Guerra, actual líder de la Academia
Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas. Será un honor darle el contexto
de lo que ha sucedido hasta ahora en la segunda edición del FICCHT cuando le
vea próximamente. ¡Hasta pronto!
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