Félix Morriña
Después de medio año de haber realizado la entrevista
a mi amigo y colega Xavier Velasco en las instalaciones de Santillana Ediciones
(encargada de la publicación y distribución de los materiales de Alfaguara), me
dediqué a resolver problemas cotidianos y familiares o en todo caso
acrecentarlos, por lo que dejé de lado la lectura de su reciente novela
autobiográfica de su periodo adolescente “La edad de la punzada” (2012), hasta
nuevo aviso. Luego de que se probara mi inocencia en la Procuraduría
mexiquense sobre un caso peculiar con algunos belicosos vecinos, ventilado en
este mismo espacio y en algunos medios de comunicación en octubre pasado (por
si quieren leerlo está publicado en mi blog bajo el título “Una razón más para
vivir”), retomé la divertidísima lectura para después cumplir con el trato de
escribir sobre ella.
Desde
el inicio hasta el final de “La edad de la punzada”, el lector estará
carcajeándose por todo lo que narra Xavier Velasco con respecto a lo que vive
un adolescente calenturiento (¿alguno no lo será?), le hará rememorar cada
episodio de la secundaria a la preparatoria cuando lo único importante era
divertirse, tener novia, desear lo que los otros tenían (en especial las
mujeres) y cumplir con las calificaciones para que los padres no jodieran. Por
supuesto que los tutores tienen un papel importante, como los inefables
profesores, los libidinosos compañeros de batalla y las bellas féminas que
inspiraban y provocaban suspiros hasta al más gélido y baboso de los educandos.
Por
supuesto que no podía faltar el agandalle escolar, el albur, las cursilerías de
los otros, el billar, el boliche, las motos, los autos, los viajes al
extranjero, los puteros El Balalika, La Burbuja y El Ratón, así como la buena música, en
este caso el rock. Es más, en la página 250, Xavier Velasco descubre a los 16
años a mister David Bowie (yo tuve la fortuna de oírlo a los 17 y desde entonces
mi vida fue otra), luego de haber conocido el álbum “Alice Cooper’s Greatest
Hits”. Desde que Velasco escribía en el suplemento “Sábado” en el “extinto”
Unomasuno y en la sección de Espectáculos del desaparecido El Nacional sobre
David Bowie, muchos sabían que tarde o temprano Xavier lo retomaría para una de
sus novelas.
A
continuación les comparto parte de la larga entrevista con el autor de “Luna
llena en las rocas”, “El materialismo histérico”, “Éste que ves” y “Puedo
explicarlo todo”, para que se motiven a adquirir y leer esta divertida y
seductora novela:
--Creo que desde
“Diablo Guardián” (Premio Alfaguara, 2003) no nos habíamos visto para una
entrevista formal, ahora con “La edad de la Punzada” debo en lo particular
agradecerte mandarme a ese periodo que hace tiempo no abordaba, pues cuando me
han preguntado sobre de que trata el libro yo he dicho que es sobre el proceso
iniciático de todo adolescente en su despertar erótico e ideológico. ¿Tú lo
consideras asi?
Es
una novela de iniciación, claro que sí, pues se está inaugurando un mundo, y
esa es la novedad, donde está naciendo el amor, el deseo, una forma de miedo y
zozobra que no conocías, se está abriendo la caja de pandora, están saliendo
todos los diablos, y entonces, es una época maravillosa, yo tengo una fijación
especial por esa época y creo que se nota, pues me empeñé en no olvidarla y
tenerla bastante presente.
--De hecho, hay
pasajes que uno los hubiera omitido y se nota que los tenías bastante presentes.
¿Es por alguna cuestión de trauma psicológico o porque lo fuiste anotando desde
muy joven?
Es
nota mental, es como una especie de compromiso o “manda” que tú mismo te
impones, como decir algún día tengo que contar esto, y lo quiere decires decir
es: Algún día esto va a tener sentido, algún día va a tener un por qué, algún
día voy a poder aprovechar todo esto que me está fastidiando, es decir, algún
día tendré la sartén por el mango y voy a poder contarlo, y la única manera es
ponerse a escribirlo, pues si no lo cuentas, no tiene sentido.
Esta novela la he contado como un 60 por
ciento en pedacitos, y el otro 40 por ciento no lo contaba, porque no me
atrevía, pero esas cosas que no te atreves a contar son las que tienes más
frescas.
Me daba mucha emoción y mucho miedo
sentarme a contarlo, y precisamente por eso te anticipas todo el tiempo y
sigues pensándolo: “La anticipación es el más tóxico de los afrodisíacos”, y la
idea de anticiparme en la elaboración de este libro para mí fue absolutamente
afrodisiaca, es decir, me preguntaba: ¿Que voy a contar? ¿Que me voy a atreverme
a contar?, y en ese momento dije: ¡Pues el chiste es que lo cuente todo!
--Entonces, ¿te
exorcisó de alguna manera el haberla terminado después de tantos bosquejos?
Son
los dos procesos, primero es el endorcismo, llamar a todos los demonios y decir:
¡Vengan a mí, tenemos trabajo!, y ya una vez que terminamos entonces si: ¡Ya
lárguense, fuera de aquí!
Pero lo divertido no es tanto sacarte los
demonios, sino llamarlos, tenerlos adentro y en ese momento pelear con ellos,
volver a encontrártelos, y ver que al menos
tus demonios no han envejecido, están ahí, siguen igual de atléticos,
claro el que ha envejecido eres tú, entonces no los ves desde la misma
perspectiva, pero todavía puedes jugar con ellos. ¡Qué mejor máquina del tiempo
que los traumas, los demonios y los fantasmas!, son los que te ayudan a ir
atrás y entender cosas que tal vez entonces eras incapaz de ver.
--¿Crees que
este libro marca una generación en específica?
Claro,
siempre va a estar la huella de una generación, hay muchas cosas que no te
puedes imaginar en este momento, pero aunque todos tienen su propia
experiencia, en diferente lugar, diferente época, diferente momento, cuando
estás en esa edad (la edad de la punzada) te pareces a los otros, no por lo que
tengas, sino por lo que te falta; no tienes permiso de nada, tienes los dientes
chuecos, tienes barros, no te reconoces en el espejo, la voz te cambia horrible
y se ríen de ti. ¡Todo te falta!, ya no digamos novia, no puedes ni soñar en
eso, y el respeto de todos, nadie te respeta, ni tus compañeros, ni las niñas,
ni los vecinos, ni los mayores.
Entonces, la situación es muy parecida,
no importa si vas al puesto de periódicos a comprar revistas de las únicas
mujeres sin ropa que podrás ver en el mundo, o frente a la pantalla de una
computadora, donde puedes ver a miles de mujeres desnudas sin pagar un centavo
y si eres hábil, sin ni siquiera dejar huella. Pero finalmente tu situación es
la misma, estás ahí y no sabes qué hacer con tu cuerpo, de cualquier manera de
entre todas esas mujeres te vas a encontrar la que te gusta, la vas a hacer tu
novia y tu imaginación va a irse a volar igual, la imaginación sigue volando
con la misma tecnología, a lo mejor hoy en día tienes más posibilidades
técnicas, pero de cualquier manera ¡estás jodido!, esto no va a cambiar, porque
la vecinita de cualquier manera no te hace caso, aunque ahora le puedas mandar
SMS, la puedas invitar al Facebook o la puedas Twittear, si te dice que no es igual,
¡es la misma fregadera!
Finalmente estás solo, yo no sé qué te
acompañe más si un monitor o una revistita manoseada, a mí me gusta la
revistita manoseada, pero tampoco niego que el monitor tiene sus encantos.
--Entonces, ¿te
volviste un fanático de la tecnología?
Sí,
si ahora tuviera 13 años supongo que estuviera intentando convertirme en hacker
--¿En lugar de
una moto?
¡Claro!,
bueno quien sabe.
--Todo ese
contexto vivencial, antes de que falleciera tu mamá, ¿cómo lograste decirle: Mira,
ésto es de lo que no te habías enterado cuando era adolescente?
Mi
mamá no tuvo la pena de enterarse de varias cosas que están en el libro, pues
cuando ella se fue el libro todavía no se comenzaba a escribir, es un arma de
dos filos: Pues por una parte me da mucha tristeza que no haya podido leer un
libro que finalmente escribí para ella, pero por otra parte también me
reconforma mucho haberle ahorrado cantidad de berrinches. Pues aquí tendría que
ver de lo que había sido capaz su hijito, tendría que ver que ese despertar
sexual que ella negó tan cómodamente, era innegable, entonces, hay una parte de
mí que le da tristeza, y otra parte de mí que cree que no la hubiera disfrutado
mucho. Creo sin embargo que varias de mis vivencias al escribir ese libro, en
alguna parte las compartió, y que esté donde esté ya le es más fácil entender
el libro ahora de lo que le hubiera sido aquí en la tierra.
--¿Y Xavier, tu
padre, qué dice?
Bueno,
te diré que al ser de origen autobiográfico, la primera lectura de los padres
es traumática, se la pasan diciendo: ¡Esto no puede ser! ¿Cómo pudo pasar esto?,
todo ésto yo no lo evité, es decir, imagínate a mi padre viendo que yo cargué
su pistola y me fui a buscar a uno de mis vecinos para matarlo, y que le metí
balas a la 38, se ha maldecido y se ha arrepentido muchísimo.
Ya la segunda lectura la hacen muy
divertidos, pues ya no tiene nada de que espantarse o por mucho que se puedan
espantar finalmente dicen: Pues mira, el saldo es bueno, ¡ya publicó un libro!; la segunda
lectura equivale a una telenovela, ya sabes el final feliz, sabes que todo se
va a arreglar, es una lectura relajada y al final terminan divirtiéndose. Pero
tiene que ser siempre difícil leer un libro que escribe tu hijo, donde apareces
tú, al menos que lo hubiera hecho esperando complacerlo, cuyo caso seguramente
sería dormido, ni hablar, mi papá me dijo cuando lo estaba escribiendo: Escribe
lo que quieras, te doy total libertad de contar de mí, de tu mamá, de ti, lo
que sea, es asunto tuyo, cuenta lo que tengas que contar… pero aquí están mis
abogados!
--Bueno, yo sí
lo voy a regalar a los amigos que están dentro de la cárcel, una lectura para
alguien que está dentro de la cárcel debe ser muy distinta ¿no?
Claro,
por supuesto, la vida de la gente que está dentro de la cárcel, ya sea porque
está el familiar ahí o porque tienen que estar presos, es una vida muy simple,
muy enternecedora, porque es gente que no cuenta con la comprensión de nadie y
solamente se comprenden entre sí. Cuando pasas una Navidad en la cárcel, llega
gente y te abraza y te desea suerte, ves que realmente te lo dicen con toda el
alma, pues en esos abrazos lo que dicen es: Estamos mal, estamos tristes, pero
esto tiene que acabarse, no importa si es en dos meses o en 20 años.
La visión de vida que es la cárcel para
un adolescente, no hay cómo pagarla.
--¿Y a tí te tocó
pasar por algo semenjante, no?
Sí,
claro me tocó tocar el Tribilín, para mí estar en el Titular de Menores fue
grandioso, pues en esa época lo que más necesitas es que tus compañeros te
respeten, y cuando se enteran que ya caíste allá, y que ya tocaste el piano en
el Tribilín, eso es más que darse a respetar, pues como a la gente siempre le
gusta pensar lo peor, lo de menos es que haya sido por una tontería, lo demás
es que ya te graduaste, que ya eres gente de mucho respeto.
Sin duda, esta divertida
novela le hará pasar momentos agradables, le recordará pasajes de su
adolescencia y primera adultez; de lo contrario, aprenderá cómo se vivía y
disfrutaba ese periodo en los años 80. Desde luego, todos los que no la
vivieron tendrán el pretexto de mostrarnos lo que ahora se vive a través de
otras lecturas. Lo más importante que nos ofrece Xavier Velasco en “La edad de
la punzada” es que todos seremos eternos aprendices de rufianes. ¡Hasta la
próxima!
fmorrina@yahoo.com.mx
Twitter: @fmorrina